Decimotercera palabra del confinamiento y nunca mejor ofrecida: la quintaesencia de la idoneidad para estos días de resistencia manual, ¡jamás para manuales de resistencia, ojo!
meldar. tr. Leer, aprender.
Voz rara, sin duda, pero cuya aparición
en la Danza de la Muerte, monumento
de la poesía medieval española, nos permite rescatarla con todos los honores
siquiera sea para saber que existe, que no es una voz muerta y sepultada, como
tantas, en los renglones de los diccionarios. Aparece allí como lo que es: una
palabra del sefardí, el castellano medieval que los judíos sefardíes, es decir,
originarios de Sefarad, España, se han
encargado, en su desconsolado, injusto y eterno destierro, de mantener vivo.
Por su origen griego, la palabra significa ‘esforzarse’, y más concretamente
esforzarse en aprender algo a fuerza de repetirlo, o sea, estudiar de viva voz, esto es, aprender “de
coro”. Este significado griego se mantiene en la voz catalana maldar, ‘afanarse’ ‘esforzarse por’, de
uso habitual en la lengua hermana. No os preocupéis, amables lectores, porque
ya pongo yo todas las objeciones posibles e imposibles para disuadiros de tan
difícil empresa como sería intentar sustituir las muy asentadas y asendereadas
voces leer y aprender o la, en nuestros días de desorientada pedagogía,
denostada expresión “estudiar de memoria” por el presente meldar de casi imposible retorno:
“Meldar el código de circulación es la única receta para pasar la
teórica” “Ya me acuerdo yo, ya, de
cuando nos obligaban a meldar la lista de los reyes godos”. “Los maestros de hoy no quieren que los niños
melden las lecciones, pero los neurólogos no dejan de insistir en que las
repeticiones memorísticas ayudan a desarrollar la inteligencia” ¿Por qué,
entonces, incorporarla a este diccionario? En parte como homenaje a esa rica
rama del castellano que fue desgajada del tronco central por la intolerancia
religiosa –uno de los grandes males de nuestra patria y del mundo todo–; y
también como propuesta lúdica para auspiciar el interés por el
perfeccionamiento de nuestros usos lingüísticos y la ampliación de nuestro
jibarizado vocabulario en estos tiempos en que se nos anuncia que el
aprendizaje de las lenguas no necesita más de 1000 palabras... de las más de
100.000 de la mayoría de ellas.
Que interesante palabra amigo, suena casi como un garabato, pero no es asi, hay palabras fascinantes que se escuchan muy a lo lejos a no olvidarlas, un abrazo desde Chile!!
ResponderEliminarEs cabezón tu blog lo iré leyendo piano piano!
ResponderEliminarGracias por la presencia. Son años de trabajo intenso y mucha dedicación abnegada. Casi podría llamársele "Blog Botica", porque hay casi de todo... Un saludo afectuoso.
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