sábado, 28 de marzo de 2020

Meldar. En tiempo de cuarentena, que no nos falten las palabras.


Decimotercera palabra del confinamiento y nunca mejor ofrecida: la quintaesencia de la idoneidad para estos días de resistencia manual, ¡jamás para manuales de resistencia, ojo!
meldar. tr. Leer, aprender.

         Voz rara, sin duda, pero cuya aparición en la Danza de la Muerte, monumento de la poesía medieval española, nos permite rescatarla con todos los honores siquiera sea para saber que existe, que no es una voz muerta y sepultada, como tantas, en los renglones de los diccionarios. Aparece allí como lo que es: una palabra del sefardí, el castellano medieval que los judíos sefardíes, es decir, originarios de Sefarad, España,  se han encargado, en su desconsolado, injusto y eterno destierro, de mantener vivo. Por su origen griego, la palabra significa ‘esforzarse’, y más concretamente esforzarse en aprender algo a fuerza de repetirlo, o sea,  estudiar de viva voz, esto es, aprender “de coro”. Este significado griego se mantiene en la voz catalana maldar, ‘afanarse’ ‘esforzarse por’, de uso habitual en la lengua hermana. No os preocupéis, amables lectores, porque ya pongo yo todas las objeciones posibles e imposibles para disuadiros de tan difícil empresa como sería intentar sustituir las muy asentadas y asendereadas voces leer y aprender o la, en nuestros días de desorientada pedagogía, denostada expresión “estudiar de memoria” por el presente meldar de casi imposible retorno:  “Meldar el código de circulación es la única receta para pasar la teórica”  “Ya me acuerdo yo, ya, de cuando nos obligaban a meldar la lista de los reyes godos”.  “Los maestros de hoy no quieren que los niños melden las lecciones, pero los neurólogos no dejan de insistir en que las repeticiones memorísticas ayudan a desarrollar la inteligencia” ¿Por qué, entonces, incorporarla a este diccionario? En parte como homenaje a esa rica rama del castellano que fue desgajada del tronco central por la intolerancia religiosa –uno de los grandes males de nuestra patria y del mundo todo–; y también como propuesta lúdica para auspiciar el interés por el perfeccionamiento de nuestros usos lingüísticos y la ampliación de nuestro jibarizado vocabulario en estos tiempos en que se nos anuncia que el aprendizaje de las lenguas no necesita más de 1000 palabras... de las más de 100.000 de la mayoría de ellas.

3 comentarios:

  1. Que interesante palabra amigo, suena casi como un garabato, pero no es asi, hay palabras fascinantes que se escuchan muy a lo lejos a no olvidarlas, un abrazo desde Chile!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la presencia. Son años de trabajo intenso y mucha dedicación abnegada. Casi podría llamársele "Blog Botica", porque hay casi de todo... Un saludo afectuoso.

    ResponderEliminar