miércoles, 18 de marzo de 2020

Názora. En tiempos de cuarentena que no nos falten las palabras...


                                     
Tercera palabra confinada...
názora. f. Nata de la leche. 
         No sólo es názora palabra de origen incierto, sino que la polémica sobre dicho origen aún está viva entre los lexicólogos. Lo más probable es que se trate de una voz híbrida –en la medida en que el hibridismo es fecundo recuso para la creación léxica, como hemos visto en reiteradas ocasiones–, que mezcle nata con una posible gazura autóctona de los pueblos prerromanos, puesto que en el vasco ha subsistido gazur con el significado de suero de la leche. Afortunadamente, no es tarea prioritaria para este diccionario la investigación que nos acerque a la solución etimológica pertinente, sino la de rescatar ciertas palabras olvidadas, ignoradas o despreciadas y devolverlas a la circulación. Desde esta posición divulgativa, ¡qué hermosa y rotunda palabra, názora, para definir la telilla que cubre la leche una vez hervida y que, fuera del recipiente, se espesará hasta casi solidificarse! En modo alguno relacionamos palabra tan aterciopelada y textil con las crestas rugosas del manto que cubre la leche hervida, pues no otra cosa significa etimológicamente nata más que ‘cobertor’. Názula, localismo toledano que vale ‘requesón’, no anda muy lejos de nuestra názora y enseguida se echa de ver que la primera debe de ser derivada de la segunda. Názora tiene ecos árabes y judíos, sorpresivamente bien avenidos, que dotan a la palabra, cuando la pronunciamos, de una capacidad de traslación en el tiempo más que notable, aunque no he logrado identificarla como parte del léxico sefardita. No sólo sirve názora para la nata de la leche, sino también para cualquiera otra que forme un líquido al hervir, aunque en ciertos caldos esa nata sucia, como la nieve pisada, no merece, sin duda, para denominarla, una palabra tan elegante como názora, que brilla sobre la superficie de la nata como si hubiesen nacido la una para la otra. “De pequeño me parecía increíble la názora que era capaz de formarse en la leche hervida: espesa, cremosa, deliciosa...; ahora la hierves y apenas te queda una telilla que, pegada al vaso, parece un visillo mojado”. “Conserva la názora del día anterior en la nevera y al día siguiente tendrás una exquisita crema con la que untar las tostadas: ¡pura delicia!”. “La názora de la leche tiene mala fama, en estos tiempos en que se ha proscrito la grasa animal, pero tomada de vez en cuando a nadie puede hacerle daño algo tan natural. Sucede lo mismo que con los calostros, aunque ya casi nadie sabe que son una exquisitez culinaria”.

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