Tercera palabra confinada...
názora. f. Nata de la
leche.
No sólo es názora palabra de origen incierto, sino que la polémica sobre dicho
origen aún está viva entre los lexicólogos. Lo más probable es que se trate de
una voz híbrida –en la medida en que el hibridismo es fecundo recuso para la
creación léxica, como hemos visto en reiteradas ocasiones–, que mezcle nata con una posible gazura autóctona de los pueblos
prerromanos, puesto que en el vasco ha subsistido gazur con el significado de suero de la leche. Afortunadamente, no
es tarea prioritaria para este diccionario la investigación que nos acerque a
la solución etimológica pertinente, sino la de rescatar ciertas palabras
olvidadas, ignoradas o despreciadas y devolverlas a la circulación. Desde esta
posición divulgativa, ¡qué hermosa y rotunda palabra, názora, para definir la telilla que cubre la leche una vez hervida
y que, fuera del recipiente, se espesará hasta casi solidificarse! En modo
alguno relacionamos palabra tan aterciopelada y textil con las crestas rugosas
del manto que cubre la leche hervida, pues no otra cosa significa
etimológicamente nata más que
‘cobertor’. Názula, localismo
toledano que vale ‘requesón’, no anda muy lejos de nuestra názora y enseguida se echa de ver que la primera debe de ser
derivada de la segunda. Názora tiene ecos árabes y judíos, sorpresivamente bien
avenidos, que dotan a la palabra, cuando la pronunciamos, de una capacidad de
traslación en el tiempo más que notable, aunque no he logrado identificarla
como parte del léxico sefardita. No sólo sirve názora para la nata de la leche, sino también para cualquiera otra
que forme un líquido al hervir, aunque en ciertos caldos esa nata sucia, como
la nieve pisada, no merece, sin duda, para denominarla, una palabra tan
elegante como názora, que brilla
sobre la superficie de la nata como si hubiesen nacido la una para la otra. “De
pequeño me parecía increíble la názora que era capaz de formarse en la leche
hervida: espesa, cremosa, deliciosa...; ahora la hierves y apenas te queda una
telilla que, pegada al vaso, parece un visillo mojado”. “Conserva la názora del
día anterior en la nevera y al día siguiente tendrás una exquisita crema con la
que untar las tostadas: ¡pura delicia!”. “La názora de la leche tiene mala
fama, en estos tiempos en que se ha proscrito la grasa animal, pero tomada de
vez en cuando a nadie puede hacerle daño algo tan natural. Sucede lo mismo que
con los calostros, aunque ya casi nadie sabe que son una exquisitez culinaria”.
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