Novena palabra del confinamiento, a punto de que se nos hinche de todo...
bezudo, da. adj. De labios
abultados.
Mick Jagger sería el prototipo de
hombre bezudo, o el bezudo por antonomasia, puesto que sus
labios carnosos, por ejemplo, han acabado convirtiéndose en el emblema o
logotipo –porque también son una auténtica Sociedad Limitada– del grupo musical
que lidera, pero, obviamente, no es el único. Es evidente que, a lo largo de nuestra vida, nos
cruzamos con cientos de personas anónimas de las que, en un momento u otro,
hemos de hablar, para bien o para mal, y a las que habremos de significar
físicamente para que nuestros interlocutores sepan de quiénes hablamos. Bezudo es una palabra neutra, descriptiva,
y no está cargada de connotación despectiva, aunque lo parezca. Hemos de
recordar que –udo, a pesar de
aparecer en términos despectivos, como cabezudo,
aparece también en palabras como sesudo,
que tiene una connotación meliorativa inequívoca. Así pues, en principio, no es
bezudo palabra que forme parte del
amplísimo conjunto de los insultos, si bien algunos de estos, como cabezón, han acabado convirtiéndose en
apellidos, por ejemplo, lo cual dice mucho de la capacidad humana para
desmontar y reconvertir esos agresivos artefactos lingüísticos, lo más parecido
a las minas antipersona, pues bien buscados, y aplicados con altas dosis de
desprecio, tienen un enorme poder destructivo. Personas hay a quienes cierto
remoquete despectivo les ha condicionado la vida desde la infancia o la
adolescencia, momento crucial en el que las palabras aún tienen el poder que
debieron de tener en la voz de las pitonisas de Delfos, por ejemplo. Estoy
convencido de que, como ocurre con carifarto,
también descriptiva, bezudo será otro
éxito que añadiréis al palmarés de vuestra elocuencia. Aunque su origen sea
onomatopéyico, pues procede de bezo,
no conviene que presionéis los labios en exceso al pronunciar la palabra, como
si quisierais dar a entender que la b
inicial de la palabra es la pista para deducir el significado de ésta. Más
elegante sería, sin duda, llevarse el
dedo a los labios y, de forma discreta, indicar que está a la vista el
significado de la palabra. Es muy improbable que vuestros interlocutores la deriven de un
hipotético y metonímico besudo, aunque algunos de ellos pensarán
en bruces, y no sin razón, pues,
aunque de origen incierto, es muy probable que haya sufrido influencia de bezo.
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