jueves, 25 de septiembre de 2025

Ángel Basanta desentraña con su sólita acuidad critica la novela de Dimas Mas: «El guion de su propia vida. Fritz Perls’ ficts and facts».

 

Una crítica que sienta cátedra…

 



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Dimas Mas: La novela de Perls,

 Con el sintagma «la novela de Perls» se refiere Dimas Mas (Tetuán, 1953) a su ambicioso texto narrativo El guion de su propia vida ('Fritz Perls’ ficts and facts) [1]. Esta es una de las novelas más ambiciosas de la literatura española de las últimas décadas

 

Ángel Basanta

Dimas Mas - El guion de su propia vida

Oportet (Madrid, 2025)

 

Con el sintagma «la novela de Perls» se refiere Dimas Mas (Tetuán, 1953) a su ambicioso texto narrativo El guion de su propia vida (Fritz Perls’ ficts and facts), que, tras callado peregrinaje por varias editoriales, seguramente a causa de su larga extensión y de ser su autor desconocido para el gran público lector, ha encontrado acogida en la complicidad y sabiduría de Emilio Pascual, maestro de editores, en su modesta Oportet, que nos brinda esta primorosa edición a los lectores de buena literatura.

Porque, digámoslo ya sin más preámbulos, El guion de su propia vida es una de las novelas más ambiciosas de la literatura española de las últimas décadas, en la línea, por el esfuerzo colosal que requiere, de La saga/fuga de J. B. (1972), de Torrente Ballester, la tetralogía de Antagonía (1973-1981), de Luis Goytisolo, El Reino de Celama (1996-2002), de Luis Mateo Díez, y la trilogía Verdes valles, colinas rojas (2004-2005), de Ramiro Pinilla, sin ánimo de comparación de la asombrosa novela de Dimas Mas con las otras citadas, ya reconocidas en la historia literaria española, ni tampoco de establecer parentescos entre unas y otras.

El guion de su propia vida es el resultado de más de 25 años de trabajo y obsesión enfermiza de un letraherido con la vida y la obra del neuropsiquiatra y psicoanalista alemán Friedrich Salomon Perls (Berlín, 1893 – Chicago, 1970), primero con el fin de redactar una tesis doctoral que después derivó en el empeño de hacerse con la vida y la obra del extravagante personaje en una novela biográfica que aquí se materializa en una portentosa síntesis de trayectoria vital y ficcionalización de experiencias reales e imaginadas. Para ello, el autor ha llevado a cabo un impresionante trabajo de documentación, del que se da cuenta en la novela y en la exhaustiva bibliografía final, siguiendo la vida del revolucionario psicoterapeuta judío desde su ciudad natal hasta su muerte en un hospital de Chicago, pasando por su intervención en la I Guerra Mundial, su primer viaje a Nueva York en 1923, su fracaso y regreso a Berlín, de donde tuvo que huir a Ámsterdam (ya casado con Lore/Laura Posner, con quien vivió cerca de treinta años y tuvo dos hijos «en una familia que no somos»), para luego viajar a Sudáfrica, volver con éxito a Nueva York, y seguir como judío errante por el mundo difundiendo su novedosa «Terapia Gestalt» en Miami, Chicago y otros lugares del Big Sur norteamericano y en Canadá, siempre involucrado al límite en el apasionante y tenebroso mundo de mentes psicoanalizadas y con amenaza de depresión tanto en pacientes como en psicoterapeutas.

Tan trepidante sucesión de experiencias e invenciones propiciada por la asendereada trayectoria vital del contradictorio protagonista se despliega enriquecida por una enciclopédica envoltura intelectual y cultural derramada en oportunas referencias y alusiones históricas, filosóficas, literarias, religiosas, mitológicas, pictóricas, cinematográficas y musicales y, sobre todo, psicoanalíticas, las cuales quedan explicadas en un amplio Onomasticon contextual, que los lectores agradecemos por su ayuda orientativa en tan proceloso navegar yendo y viniendo del protagonista en sus delirios de grandeza y afanes de reconocimiento y celebridad.

Para contar de modo creíble esta «novela de Perls», mitómano y fetichista, con ego insaciable, desmesurada vanidad e insólita capacidad de escuchar a los demás, sempiterno fumador y consumidor de alucinógenos, megalómano, virtuoso de la insatisfacción e iconoclasta desde su dadaísmo juvenil en Berlín, atrabiliario y nómada irrefrenable siempre in itinere (como reza el título del último capítulo), empedernido gozador de «todos los modelos posibles de la anatomía femenina, y aun de la masculina» (p. 361), aficionado al teatro, la ópera, el cine y el ajedrez, siempre anárquico, insatisfecho, enigmático y esforzado en el trabajo, «desbrozador de nuevos caminos en el psicoanálisis» (p. 397), soberbio, fantasioso, narcisista, misterioso, apasionado amante y «demoníaco Mefistófeles» (p. 334), el autor implícito se ha desdoblado en un «tú autorreflexivo» que, unas veces, le permite hablar consigo mismo y reflexionar sobre la evolución del relato y, otras, discutir con el doctor Perls, también desdoblado en figuraciones que interpelan al autor descalificándolo por considerarlo incapacitado para escribir «la novela de Perls» engreído en la impostura de la autosuficiencia (p. 628) y amparado, como paciente que fue de Fritz, en una figuración «a medio camino de un vidente, un médium o un chalado», que afirma «conocer al pie de la letra mi propia vida como si él mismo la hubiera vivido» y «también el futuro, mi muerte incluida» e «incluso lo que nosotros ahora mismo estamos hablando» (citas en pág. 33), según indica Fritz en El coloquio de las cenizas, post mortem, con Lore.

Estos procedimientos técnicos, que sustentan y enriquecen los poderes de la ficción y su verdad narrativa, se complementan con la fragmentación del relato y sus calculadas anacronías en la distribución temporal de experiencias y episodios novelados desde su mismo comienzo. Pues el texto se abre, more rulfiano, con un fantástico capítulo primero, El coloquio de las cenizas, en el cual hablan, se interpelan y discuten los esposos Fritz y Lore, convertidos en cenizas y sepultados juntos en Pforzheim (ciudad natal de Lore, en el sur de Alemania), donde se recriminan desavenencias y contrariedades que han vivido en sus treinta años de convivencia matrimonial a causa de su relación socialmente desestructurada por el esposo transgresor y «rey de los excesos» (p. 356), «ajeno a la asunción de responsabilidades» sociales y familiares (p. 355).

A esta prolepsis del capítulo primero con su anticipación del diálogo post mortem entre Fritz y Lore siguen más capítulos, hasta el decimocuarto, con frecuentes prolepsis y analepsis en una narración caleidoscópica que va y viene de un tiempo a otro con episodios y situaciones localizados en diferentes lugares de cuatro continentes: Europa (Berlín, Viena y Ámsterdam, sobre todo), África (Johannesburgo), Asia (Israel) y América (Estados Unidos y Canadá). En la distribución de la historia narrada en estos capítulos se aprecian simetrías que refuerzan la coherencia compositiva de la novela y también contrastes entre unas y otras experiencias relatadas.

Así sucede, por solo destacar las simetrías más notables, en la composición de los capítulos El narrador precario (sexto), Los lagartos divinos (octavo) y DaDapítulo (décimo). En El narrador precario, al mismo tiempo que se cuentan episodios y travesuras del joven Perls en Berlín, el autor implícito es interpelado por un tú autorreflexivo con observaciones críticas sobre la novela, a lo cual se añade un desdoblamiento de Perls cuya figuración increpa con reproches al autor, desdeñado en el nombre de Dismas, en un «¡Extraño Tú soy Yo para el Yo que Fritz parece hurtar a mi indagación y al trato!» (p. 309), entre otros juegos de máscaras.

En Los lagartos divinos se ahonda en esta conflictiva relación con nuevos ajustes y reproches en diálogos cruzados entre las mismas figuraciones contrarias y complementarias. Y en DaDapítulo el propio Dismas insiste en autoflagelarse y curarse de su miedo al fracaso y el delirio de su ebriedad creadora. Estas reflexiones componen la riqueza autocrítica que la novela encierra en sí misma y refuerzan la confianza del autor en su titánico proyecto. Por ello los capítulos antes citados son nucleares en la construcción metanarrativa de la novela, pues con su autocrítica contribuyen también a su explicación, intensifican el interés en la narración de los acontecimientos y ponen al descubierto los problemas afrontados por el autor y la resolución de los mismos en la marcha del relato.

Parecidas virtudes encontramos en la distribución de historias paralelas, que no entorpecen el nervio de la narración, sino que añaden riqueza y enjundia a la historia personal y profesional de Fritz, que es la principal, con la experiencia de otras vidas estrechamente relacionadas con el protagonista. Buenos ejemplos tenemos en los capítulos Amalie Rund se despide de su hermano Julius… (capítulo segundo), en el cual su narradora —que es la madre de Fritz— cuenta a su hermano la vida de miembros de su familia de judíos deportados al campo de concentración de Theresienstadt, Los cuadernillos de Marty Fromm (capítulo quinto), en que la narradora recrea su apasionada historia de amor y sexo con su terapeuta Fritz Perls, El paciente americano (I) y El paciente americano (II) (caps. séptimo y duodécimo), en los que se desarrollan las turbulentas sesiones anuales de terapia psicoanalítica en un creciente tour de force entre un Fritz destrozado y envejecido y el atormentado psicoterapeuta berlinés Siegfried (discípulo de Freud), cuya esposa, española e hija de un exiliado republicano, nunca llegó a conocer la terrible historia familiar que inquietaba a su marido, hasta que el propio Fritz se la cuenta.

El conjunto de estas historias paralelas, con el perspectivismo múltiple de sus narradores y paranarradores, ensancha la variedad de enfoques en el tratamiento de los temas abordados en la novela. Y, como procede, cada una de estas historias alcanza mayor relieve por la técnica y el lenguaje que la distingue de las otras: la de Amalie en forma de carta y con su lenguaje familiar, la de Marty Fromm en formato de íntimos cuadernillos en los que desahoga su enardecida pasión de amante con Fritz, y la psicoterapia a dos bandas entre Fritz y Siegfried confrontados en sesudos diálogos como eficaz medio de conocimiento y desnudamiento de almas. Más ejemplos de esta expresiva construcción de diálogos en confrontación o acercamiento de almas podemos encontrarlos en El coloquio de las cenizas, íntegramente dialogado, y en el encuentro entre Fritz y el pintor Otto Dix, su amigo de juventud en Berlín y autor del retrato que figura al frente de la novela, en Otto, Fritz, Joseph, Berlín (cap. noveno). Y en expresivo contraste aparece la carta de Goebbels a Hitler (segunda parte del mismo capítulo) con inflamado lenguaje solemne en su delirio purificador de Berlín en defensa de la nueva Alemania nazi.

Como la vida del protagonista transcurre a lo largo de casi un siglo, entre 1893 y 1970, a lo cual hay que añadir el tiempo de la prolepsis inicial en El coloquio de las cenizas (hasta 1990, año en que falleció Lore, quien había guardado las cenizas de Fritz «durante veinte años», pág. 31), y más de un siglo si contamos con que el presente narrativo en que está escrita la novela se fija a «poco más de cien años de distancia» (p. 442) del movimiento vanguardista conocido como Dadaísmo, cuya primera defensa en Berlín fue el discurso de Richard Huelsenbeck en 1918, la «vida desarraigada y anticonvencional» del judío errante protagonista se completa con la revisión de la historia de una Europa (y también Norteamérica) herida por dos guerras mundiales y un muro, y arduamente renacida en duros años de posguerra y sucesivos movimientos culturales y contraculturales, de todo lo cual «la novela de Perls» va dando buena cuenta centrándose en lo más relevante de cada etapa del infatigable recorrido existencial del protagonista con sus múltiples disfraces y fantasías en un azaroso piélago de vidas.

En su andadura planetaria Fritz Perls, en su «doble condición de profeta bíblico» (p. 688) y de «un desconcertante y heterodoxo maestro zen» (p. 692), creó y difundió la revolucionaria Terapia Gestalt, basada en el aquí y ahora, y en el darse cuenta con ingenuidad y espontaneidad como pilares básicos. Dado que no soy psiquiatra ni psicoterapeuta, no puedo valorar la recreación e interpretación que el autor hace de la vida del neuropsiquiatra protagonista ni de su aventura profesional. Pero sí debo, como crítico literario y profesor de literatura, explicar y valorar su novela como texto literario construido con virtuosa complejidad lúdica en su autocrítica incorporada con la finalidad de comentarla poniendo al descubierto el resultado final del conjunto y los problemas resueltos en la narración de sus episodios y el modo de resolverlos. De modo que, como en las mejores novelas especulares, también a esta de Dimas Mas le viene como de molde la doble consideración de «novela de una aventura y aventura de una novela».

Entre tantas dudas y vacilaciones del autor implícito en su quijotesca pasión creadora, que engordan el componente autocrítico, también aflora la seguridad del autor en haber logrado la gran novela que pretendía, cuando en El narrador precario afirma que «yo ya he escrito un libro que me hará inmortal, nada menos, qué horror…, porque he sido el primer escritor en lengua castellana que ha descubierto el diccionario de nuestra lengua como una geografía literaria insólita y hasta mí inédita, y que los escritores perduran por crear personajes inmortales, pero también por geografías y realidades ignotas e insospechadas. Yo estoy entre los segundos, por supuesto, pero tengo la osadía inconcebible de que, con esta novela que lo escoge como protagonista, hago méritos para estar entre los primeros» (pp. 278-279).[2] Y no le falta razón al creador de Fermín Minar.

Pues «la novela de Perls», más allá de su ambición no siempre bien controlada (debido, tal vez, a la ingente documentación), la carga en exceso de sus reiteraciones metafictivas (sobre todo en el penúltimo capítulo, El nido del Ave Fénix, con páginas que resultan, más que eficaces, algo artificiosas, clama en este tiempo de hierro por lectores cómplices y audaces, y merece ser destacada como una novela importante por la calidad literaria que atesoran su fluidez e intensidad narrativa, la hondura humana de sus reflexiones, la tensión dialéctica de sus diálogos y su lenguaje de factura clásica, en el que caben juegos y malabarismos lingüísticos como el de DaDaPítulo y Los lagartos divinos que narradores y personajes se sacan de la chistera.

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[1] Dimas Mas: El guion de su propia vida (Fritz Perls’ ficts and facts). Oportet Editores, Madrid, 2025; 783 págs; 23,75 euros. Todas las citas están tomadas de esta edición.

 

[2] En esta orgullosa referencia al descubrimiento del diccionario como “una geografía literaria insólita y hasta mí inédita” Dimas Mas alude a su novela El tesoro de Fermín Minar (1992) y a un originalísimo diccionario narrativo de 500 palabras, construido «para devolver a la circulación comunicativa voces expresivas y hermosas que habían sido arrumbadas por la ignorancia, el desdén y la erosión trivializadora de las conversaciones humanas», y que lleva por título El tesoro olvidado (2019).

 

*Ángel Basanta es vicepresidente de la Asociación Internacional de Críticos Literarios.

1 comentario:

  1. Es de esperar y confiar que la misma sirva de llamada de atención para que sea contemplada la obra en su magnitud.

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