Una crítica
que sienta cátedra…
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Dimas Mas: La novela de Perls,
Con el sintagma «la
novela de Perls» se refiere Dimas Mas (Tetuán, 1953) a su ambicioso texto
narrativo El guion de su propia vida ('Fritz Perls’ ficts and facts)
[1]. Esta es una de las novelas más ambiciosas de la literatura española de
las últimas décadas
Ángel Basanta
Dimas Mas - El guion de su propia vida
Oportet (Madrid, 2025)
Con el sintagma «la novela de Perls» se
refiere Dimas Mas (Tetuán, 1953) a su ambicioso texto narrativo El guion de
su propia vida (Fritz Perls’ ficts and facts), que, tras
callado peregrinaje por varias editoriales, seguramente a causa de su larga
extensión y de ser su autor desconocido para el gran público lector, ha
encontrado acogida en la complicidad y sabiduría de Emilio Pascual, maestro de
editores, en su modesta Oportet, que nos brinda esta primorosa edición a los
lectores de buena literatura.
Porque, digámoslo ya sin más preámbulos,
El guion de su propia vida es una de las novelas más ambiciosas de la
literatura española de las últimas décadas, en la línea, por el esfuerzo
colosal que requiere, de La saga/fuga de J. B. (1972), de Torrente
Ballester, la tetralogía de Antagonía (1973-1981), de Luis Goytisolo, El
Reino de Celama (1996-2002), de Luis Mateo Díez, y la trilogía Verdes
valles, colinas rojas (2004-2005), de Ramiro Pinilla, sin ánimo de
comparación de la asombrosa novela de Dimas Mas con las otras citadas, ya
reconocidas en la historia literaria española, ni tampoco de establecer
parentescos entre unas y otras.
El guion de su propia vida es el
resultado de más de 25 años de trabajo y obsesión enfermiza de un letraherido
con la vida y la obra del neuropsiquiatra y psicoanalista alemán Friedrich
Salomon Perls (Berlín, 1893 – Chicago, 1970), primero con el fin de redactar
una tesis doctoral que después derivó en el empeño de hacerse con la vida y la
obra del extravagante personaje en una novela biográfica que aquí se
materializa en una portentosa síntesis de trayectoria vital y ficcionalización
de experiencias reales e imaginadas. Para ello, el autor ha llevado a cabo un
impresionante trabajo de documentación, del que se da cuenta en la novela y en
la exhaustiva bibliografía final, siguiendo la vida del revolucionario
psicoterapeuta judío desde su ciudad natal hasta su muerte en un hospital de
Chicago, pasando por su intervención en la I Guerra Mundial, su primer viaje a
Nueva York en 1923, su fracaso y regreso a Berlín, de donde tuvo que huir a Ámsterdam (ya casado con Lore/Laura Posner, con quien vivió cerca de treinta
años y tuvo dos hijos «en una familia que no somos»), para luego viajar a
Sudáfrica, volver con éxito a Nueva York, y seguir como judío errante por el
mundo difundiendo su novedosa «Terapia Gestalt» en Miami, Chicago y otros
lugares del Big Sur norteamericano y en Canadá, siempre involucrado al
límite en el apasionante y tenebroso mundo de mentes psicoanalizadas y con
amenaza de depresión tanto en pacientes como en psicoterapeutas.
Tan trepidante sucesión de experiencias e
invenciones propiciada por la asendereada trayectoria vital del contradictorio
protagonista se despliega enriquecida por una enciclopédica envoltura
intelectual y cultural derramada en oportunas referencias y alusiones
históricas, filosóficas, literarias, religiosas, mitológicas, pictóricas,
cinematográficas y musicales y, sobre todo, psicoanalíticas, las cuales quedan
explicadas en un amplio Onomasticon contextual, que los lectores
agradecemos por su ayuda orientativa en tan proceloso navegar yendo y viniendo
del protagonista en sus delirios de grandeza y afanes de reconocimiento y
celebridad.
Para contar de modo creíble esta «novela
de Perls», mitómano y fetichista, con ego insaciable, desmesurada vanidad e
insólita capacidad de escuchar a los demás, sempiterno fumador y consumidor de
alucinógenos, megalómano, virtuoso de la insatisfacción e iconoclasta desde su
dadaísmo juvenil en Berlín, atrabiliario y nómada irrefrenable siempre in
itinere (como reza el título del último capítulo), empedernido gozador de «todos
los modelos posibles de la anatomía femenina, y aun de la masculina» (p. 361),
aficionado al teatro, la ópera, el cine y el ajedrez, siempre anárquico,
insatisfecho, enigmático y esforzado en el trabajo, «desbrozador de nuevos
caminos en el psicoanálisis» (p. 397), soberbio, fantasioso, narcisista,
misterioso, apasionado amante y «demoníaco Mefistófeles» (p. 334), el autor
implícito se ha desdoblado en un «tú autorreflexivo» que, unas veces, le
permite hablar consigo mismo y reflexionar sobre la evolución del relato y,
otras, discutir con el doctor Perls, también desdoblado en figuraciones que
interpelan al autor descalificándolo por considerarlo incapacitado para
escribir «la novela de Perls» engreído en la impostura de la autosuficiencia
(p. 628) y amparado, como paciente que fue de Fritz, en una figuración «a medio
camino de un vidente, un médium o un chalado», que afirma «conocer al pie de la
letra mi propia vida como si él mismo la hubiera vivido» y «también el futuro,
mi muerte incluida» e «incluso lo que nosotros ahora mismo estamos hablando»
(citas en pág. 33), según indica Fritz en El coloquio de las cenizas, post
mortem, con Lore.
Estos procedimientos técnicos, que
sustentan y enriquecen los poderes de la ficción y su verdad narrativa, se
complementan con la fragmentación del relato y sus calculadas anacronías en la
distribución temporal de experiencias y episodios novelados desde su mismo
comienzo. Pues el texto se abre, more rulfiano, con un fantástico capítulo
primero, El coloquio de las cenizas, en el cual hablan, se interpelan y
discuten los esposos Fritz y Lore, convertidos en cenizas y sepultados juntos
en Pforzheim (ciudad natal de Lore, en el sur de Alemania), donde se recriminan
desavenencias y contrariedades que han vivido en sus treinta años de
convivencia matrimonial a causa de su relación socialmente desestructurada por
el esposo transgresor y «rey de los excesos» (p. 356), «ajeno a la asunción de
responsabilidades» sociales y familiares (p. 355).
A esta prolepsis del capítulo primero con
su anticipación del diálogo post mortem entre Fritz y Lore siguen más
capítulos, hasta el decimocuarto, con frecuentes prolepsis y analepsis en una
narración caleidoscópica que va y viene de un tiempo a otro con episodios y
situaciones localizados en diferentes lugares de cuatro continentes: Europa
(Berlín, Viena y Ámsterdam, sobre todo), África (Johannesburgo), Asia (Israel)
y América (Estados Unidos y Canadá). En la distribución de la historia narrada
en estos capítulos se aprecian simetrías que refuerzan la coherencia
compositiva de la novela y también contrastes entre unas y otras experiencias
relatadas.
Así sucede, por solo destacar las
simetrías más notables, en la composición de los capítulos El narrador
precario (sexto), Los lagartos divinos (octavo) y DaDapítulo
(décimo). En El narrador precario, al mismo tiempo que se cuentan
episodios y travesuras del joven Perls en Berlín, el autor implícito es
interpelado por un tú autorreflexivo con observaciones críticas sobre la
novela, a lo cual se añade un desdoblamiento de Perls cuya figuración increpa
con reproches al autor, desdeñado en el nombre de Dismas, en un «¡Extraño Tú
soy Yo para el Yo que Fritz parece hurtar a mi indagación y al trato!» (p.
309), entre otros juegos de máscaras.
En Los lagartos divinos se ahonda
en esta conflictiva relación con nuevos ajustes y reproches en diálogos
cruzados entre las mismas figuraciones contrarias y complementarias. Y en DaDapítulo
el propio Dismas insiste en autoflagelarse y curarse de su miedo al fracaso y
el delirio de su ebriedad creadora. Estas reflexiones componen la riqueza
autocrítica que la novela encierra en sí misma y refuerzan la confianza del
autor en su titánico proyecto. Por ello los capítulos antes citados son
nucleares en la construcción metanarrativa de la novela, pues con su
autocrítica contribuyen también a su explicación, intensifican el interés en la
narración de los acontecimientos y ponen al descubierto los problemas
afrontados por el autor y la resolución de los mismos en la marcha del relato.
Parecidas virtudes encontramos en la
distribución de historias paralelas, que no entorpecen el nervio de la
narración, sino que añaden riqueza y enjundia a la historia personal y
profesional de Fritz, que es la principal, con la experiencia de otras vidas
estrechamente relacionadas con el protagonista. Buenos ejemplos tenemos en los
capítulos Amalie Rund se despide de su hermano Julius… (capítulo
segundo), en el cual su narradora —que es la madre de Fritz— cuenta a su
hermano la vida de miembros de su familia de judíos deportados al campo de
concentración de Theresienstadt, Los cuadernillos de Marty Fromm
(capítulo quinto), en que la narradora recrea su apasionada historia de amor y
sexo con su terapeuta Fritz Perls, El paciente americano (I) y El
paciente americano (II) (caps. séptimo y duodécimo), en los que se
desarrollan las turbulentas sesiones anuales de terapia psicoanalítica en un
creciente tour de force entre un Fritz destrozado y envejecido y el
atormentado psicoterapeuta berlinés Siegfried (discípulo de Freud), cuya
esposa, española e hija de un exiliado republicano, nunca llegó a conocer la
terrible historia familiar que inquietaba a su marido, hasta que el propio
Fritz se la cuenta.
El conjunto de estas historias paralelas,
con el perspectivismo múltiple de sus narradores y paranarradores, ensancha la
variedad de enfoques en el tratamiento de los temas abordados en la novela. Y,
como procede, cada una de estas historias alcanza mayor relieve por la técnica
y el lenguaje que la distingue de las otras: la de Amalie en forma de carta y
con su lenguaje familiar, la de Marty Fromm en formato de íntimos cuadernillos
en los que desahoga su enardecida pasión de amante con Fritz, y la psicoterapia
a dos bandas entre Fritz y Siegfried confrontados en sesudos diálogos como
eficaz medio de conocimiento y desnudamiento de almas. Más ejemplos de esta
expresiva construcción de diálogos en confrontación o acercamiento de almas
podemos encontrarlos en El coloquio de las cenizas, íntegramente
dialogado, y en el encuentro entre Fritz y el pintor Otto Dix, su amigo de
juventud en Berlín y autor del retrato que figura al frente de la novela, en Otto,
Fritz, Joseph, Berlín (cap. noveno). Y en expresivo contraste aparece la
carta de Goebbels a Hitler (segunda parte del mismo capítulo) con inflamado
lenguaje solemne en su delirio purificador de Berlín en defensa de la nueva
Alemania nazi.
Como la vida del protagonista transcurre a
lo largo de casi un siglo, entre 1893 y 1970, a lo cual hay que añadir el
tiempo de la prolepsis inicial en El coloquio de las cenizas (hasta
1990, año en que falleció Lore, quien había guardado las cenizas de Fritz «durante
veinte años», pág. 31), y más de un siglo si contamos con que el presente
narrativo en que está escrita la novela se fija a «poco más de cien años de
distancia» (p. 442) del movimiento vanguardista conocido como Dadaísmo, cuya
primera defensa en Berlín fue el discurso de Richard Huelsenbeck en 1918, la «vida
desarraigada y anticonvencional» del judío errante protagonista se completa con
la revisión de la historia de una Europa (y también Norteamérica) herida por
dos guerras mundiales y un muro, y arduamente renacida en duros años de
posguerra y sucesivos movimientos culturales y contraculturales, de todo lo
cual «la novela de Perls» va dando buena cuenta centrándose en lo más relevante
de cada etapa del infatigable recorrido existencial del protagonista con sus
múltiples disfraces y fantasías en un azaroso piélago de vidas.
En su andadura planetaria Fritz Perls, en
su «doble condición de profeta bíblico» (p. 688) y de «un desconcertante y
heterodoxo maestro zen» (p. 692), creó y difundió la revolucionaria Terapia
Gestalt, basada en el aquí y ahora, y en el darse cuenta con ingenuidad y
espontaneidad como pilares básicos. Dado que no soy psiquiatra ni
psicoterapeuta, no puedo valorar la recreación e interpretación que el autor
hace de la vida del neuropsiquiatra protagonista ni de su aventura profesional.
Pero sí debo, como crítico literario y profesor de literatura, explicar y
valorar su novela como texto literario construido con virtuosa complejidad
lúdica en su autocrítica incorporada con la finalidad de comentarla poniendo al
descubierto el resultado final del conjunto y los problemas resueltos en la
narración de sus episodios y el modo de resolverlos. De modo que, como en las
mejores novelas especulares, también a esta de Dimas Mas le viene como de molde
la doble consideración de «novela de una aventura y aventura de una novela».
Entre tantas dudas y vacilaciones del
autor implícito en su quijotesca pasión creadora, que engordan el componente
autocrítico, también aflora la seguridad del autor en haber logrado la gran
novela que pretendía, cuando en El narrador precario afirma que «yo ya
he escrito un libro que me hará inmortal, nada menos, qué horror…, porque he
sido el primer escritor en lengua castellana que ha descubierto el diccionario
de nuestra lengua como una geografía literaria insólita y hasta mí inédita, y
que los escritores perduran por crear personajes inmortales, pero también por
geografías y realidades ignotas e insospechadas. Yo estoy entre los segundos,
por supuesto, pero tengo la osadía inconcebible de que, con esta novela que lo
escoge como protagonista, hago méritos para estar entre los primeros» (pp.
278-279).[2] Y no le falta razón al creador de Fermín Minar.
Pues «la novela de Perls», más allá de su
ambición no siempre bien controlada (debido, tal vez, a la ingente
documentación), la carga en exceso de sus reiteraciones metafictivas (sobre
todo en el penúltimo capítulo, El nido del Ave Fénix, con páginas que
resultan, más que eficaces, algo artificiosas, clama en este tiempo de hierro
por lectores cómplices y audaces, y merece ser destacada como una novela
importante por la calidad literaria que atesoran su fluidez e intensidad
narrativa, la hondura humana de sus reflexiones, la tensión dialéctica de sus
diálogos y su lenguaje de factura clásica, en el que caben juegos y
malabarismos lingüísticos como el de DaDaPítulo y Los lagartos
divinos que narradores y personajes se sacan de la chistera.
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[1] Dimas Mas: El guion de su propia vida (Fritz Perls’ ficts
and facts). Oportet Editores, Madrid, 2025; 783 págs; 23,75 euros.
Todas las citas están tomadas de esta edición.
[2] En esta orgullosa referencia al descubrimiento del
diccionario como “una geografía literaria insólita y hasta mí inédita” Dimas
Mas alude a su novela El tesoro de Fermín Minar (1992) y a un
originalísimo diccionario narrativo de 500 palabras, construido «para devolver
a la circulación comunicativa voces expresivas y hermosas que habían sido
arrumbadas por la ignorancia, el desdén y la erosión trivializadora de las
conversaciones humanas», y que lleva por título El tesoro olvidado
(2019).
*Ángel Basanta es vicepresidente de la Asociación
Internacional de Críticos Literarios.
Es de esperar y confiar que la misma sirva de llamada de atención para que sea contemplada la obra en su magnitud.
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