domingo, 9 de junio de 2013

JACOB MORENO LEVÍ: PSICOLOGÍA DEL ENCUENTRO



Jacob  Moreno Levy: Creador del Psicodrama.


Hay psicoanalistas que, apartándose de Freud, lograron abrir senderos nuevos en el campo del análisis de la mente de las personas. Uno de ellos, olvidado del gran público, de los propios interesados en el campo de la psicología, pero no, por supuesto, de todos aquellos que han buscado alternativas a la arqueología del psicoanálisis freudiano y a la aridez intelectual del psicoanálisis lacaniano, es Jacobo Levy Moreno, nacido Jacobo Nissim Levy en Bucarest en 1899, pero reabautizado por sí mismo como Jacobo Moreno Levy, transformando el nombre del padre en primer apellido, para dar a entender que a partir de él nacía una genealogía, en vez de limitarse a ser el continuador de la de su padre. En la megalomanía de Moreno entraba no sólo ese concepto, sino también la fabulación de un nacimiento en el mar en una noche de tormenta, todo lo cual nos indica su propensión a la forja mitológica de su personaje, al que sometió a un intenso proceso de divinización. De hecho, su labor como Director que indica los pasos que han de seguir quienes se someten a la psicoterapia del psicodrama o de los grupos de encuentro que él también  creó es una proyección de esa naturaleza divina de la que supo convencer a sus discípulos, porque Moreno se corresponde con la figura de un iluminado que seduce a quienes se convierten en sus discípulos, no con la del intelectual que convence a los alumnos que se convertirán en sus seguidores.
Moreno no es un charlatán, por más que su tendencia mística puede predisponer a quien se acerca a su figura a incluirla dentro de ese ámbito religioso en el que basta la fe  para sobrevivir. Fue un intelectual bien formado, serio,  y eficaz en  la creación de su teoría y de la aplicación práctica correspondiente. Como le dijo en persona a Freud al acabar éste una conferencia en Viena: “Vd. analiza los sueños: yo ayudo a soñar”. Esa es la gran diferencia entre esas dos escuelas psicoanalíticas. A través del reconocimiento de la espontaneidad como fundamento esencial de la persona; de la aceptación del aquí y el ahora; del reconocimiento de la relación Yo-Tú, que se anticipó a la formulación de Martín Buber, y de la teoría de los roles como explicación de nuestra conducta social, dentro de lo que él bautizó como Sociometría, Moreno ha dejado una notable obra teórica frente a la que gran parte de los estudiosos de la psicología han manifestado un desdén altivo, orgulloso. No lo hizo así Fritz Perls, el creador de la Gestalt, que toma de Moreno no pocos elementos de sus innovaciones gestálticas, si bien nunca lo reconoció públicamente, e incluso le molestaba que le recordaran el gran parecido de su método de interpretación de los sueños y otras técnicas gestálticas, como la de la silla vacía, con los de Moreno. No hay más que comparar la importancia que tiene en la Gestalt la representación de los traumas e incluso de los sueños, adoptando el rol de cada uno de los elementos del sueño, yendo de la desintegración hacia la integración y recuperación de la estructura holística de nuestra personalidad, para darse cuenta de la deuda contraída por Perls con Moreno; del mismo modo que el desdoblamiento de personalidad en el caso de la silla vacía se corresponde con los juegos de rol en el teatro de la improvisación de Moreno. El concepto de rol social es tan importante para Moreno que llega a afirmar que el “yo” psicológico debe ser definido por el rol que desempeñamos. Una perversión de esa concepción es el hecho de actuar en función de las expectativas de los demás respecto de nosotros, en vez de hacerlo desde el corazón del espontaneidad propia.
De hecho, es muy posible que cuando ambos, Moreno y Perls, eran estudiantes en Viena, hubiera llegado Perls a saber algo del primero, porque la estrafalaria presencia de aquél –enorme abrigo verde campesino, poblada barba pelirroja, cabeza descubierta- en los parques, haciendo psicodrama con los niños o, posteriormente, en el teatro o con las prostitutas del barrio chino de Viena, no pasaron desapercibidos a las fuerzas vivas de la intelectualidad de aquella época de entreguerras. De hecho, en la revista que creó Moreno, Daimon, participaron algunos de los más notables expresionistas de la época, Martin Buber incluido, como Max Scheler, el sociólogo; Franz Werfel o el poeta Jakob Wassermann,. El concepto de “Teatro de la improvisación” lo llevará después a Norteamérica, donde, en  la década de 1930,  trabaja en la prisión de Sing-Sing, con ideas muy claras ya sobre la terapia psicodramática que tanto éxito le deparará.
Hay una película de Raúl (Raoul, a veces) Ruiz, Genealogías de un crimen, que fue despachada por la crítica especializada como un disparate, como un experimento fallido, porque se le había ido de las manos al director la complejidad psicoanalítica del argumento. Lo que ocurría era que ninguno de los críticos tenía ni la más remota idea de las terapias psicoanalíticas de Moreno y ello les privó de comprender la naturaleza de muchos tramos de la película, incluida la representación de la propia muerte, un proceso equivalente al de la recuperación existencial del propio nacimiento, como punto esencial para la formación de la personalidad. El trauma del nacimiento es para Moreno un momento de crecimiento, es lo más genuino, original y primario, el instante en que el hombre es más original, por más espontáneo. Tan positivamente le impresiona el nacimiento que intenta encontrarle el status nascendi a todos los conceptos que expone en su obra, nos dice Eugenio Garrido Martín en su más que recomendable libro Jacob Leví Moreno. Psicología del encuentro, en el cual disecciona los fundamentos teóricos de la obra de Moreno y su relación con las corrientes filosóficas, religiosas y artísticas de su tiempo. La película tiene un corrosivo sentido del humor que permite seguirla con un interés redoblado. Si añadimos un trío de intérpretes en estado de gracia: Piccoli, Deneuve y Seweryn, el placer alcanza unos niveles excepcionales de gratificación.
Además del nacimiento, el concepto clave de Moreno es la espontaneidad, cuya ausencia conduce irremisiblemente a la neurosis, a la despersonalización, a la mecanización. Según Garrido: Moreno distingue cuatro clases de espontaneidad. Primero es un impulso; después una adquisición cultural (la espontaneidad crea nuevos organismos, nuevas formas de arte y nuevos tipos de ambiente). A continuación hay un tipo de espontaneidad que es una creación de libre expresión de la espontaneidad. Finalmente, hay un tipo de espontaneidad que es la expresión de una respuesta adecuada a nuevas situaciones. Es decir, la posibilidad de adaptación e integración a una situación nueva.  La terapia de grupo es otra de sus innovaciones fundamentales, algo que también tomó Perls de él. El objetivo fundamental de Moreno fue evitar el anquilosamiento de las conductas y reacciones ante la realidad, las “conservas culturales”, como él llama a la mecanización conductual que amenaza con privarnos de nuestro bien más preciado: la espontaneidad.
Es muy conocida la llamada oración de la Gestalt, pero no lo es tanto la de Moreno, cuya dimensión social es diametralmente opuesta a la individualidad exacerbada, Stirneriana, de la de Perls:
Un encuentro de dos: ojo a ojo, cara a cara.
Y cuando estés cerca arrancaré tus ojos
y los colocaré en el lugar de los míos,
y tú arrancarás mis ojos
y los colocarás en el lugar de los tuyos,
entonces te miraré con tus ojos
y tú me mirarás con los míos.

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