Sale a la venta mi primera obra
publicada: La España vulgar en
Ediciones Oblicuas, edición digital.
Curiosamente estoy leyendo estos días, a
sugerencia de mi sobrino y de mi hijo, Pregúntale
al polvo, de John Fante, autor de quien, hasta esta obra, no había leído nada.
El personaje, Arturo Bandini, es un
joven de unos 20 años con pretensiones
de convertirse en autor famoso, aunque, en el presente de la novela, solo ha
conseguido “colocar” dos cuentos en un periódico, obras que a él le parecen el
no va más de la literatura norteamericana. Colecciona ejemplares del diario con
el primer cuento –el segundo está pagado pero aún no editado– y, a la que tiene
oportunidad, lo endilga como carta de presentación, bien sea para alquilar una
habitación, entre cutre y miserable, bien para intentar deslumbrar a la mujer
que lo ciega, bien para que le sirva de aval ante cualquier exigencia de
satisfacción de deudas pendientes. Bandini está convencido de su genialidad.
John Fante, sin embargo, no fue reconocido, sino póstumamente.
Es evidente que triplicando
la edad de Bandini no puedo permitirme ciertas ingenuidades, aunque, como él,
no le tengo miedo al ridículo y creo que La España vulgar, el libelo que acabo de coeditar con Editores del Desastre –¿y
con quién más apropiado?–, en Ediciones Oblicuas, es capaz de defenderse por sí
mismo y plantarle cara al lucero del alba. Aún estoy preguntándome por qué he
querido iesebeeneizarme por vez primera como ensayista de medio pelo (de la
dehesa) en vez de como el empecinado narrador que demostré ser en La manzana de Poz, y la respuesta es
porque mientras el género del ensayo, y más aún en su variedad de libelo, se
adapta estupendamente a la edición digital, sigo pensando que mi novela ha de
ser una obra editada en papel y encajada, esto es, no una coedición, sino la firme
apuesta editorial de quien juzgue oportuno sacarla a la luz pública, con el
convencimiento de su posible valía artística. El formato electrónico de La España vulgar y el régimen de
coedición me permiten, así pues, no tener que renunciar al título de este blog, Diario de un artista desencajado, puesto
que aún ninguna obra mía ha encajado en los planes de ninguna editorial que
esté dispuesta a pagar por publicarla, destino al que, como es lógico, no
renuncio.
En fin, confío en que
no solo la indiferencia sea el destino de esta publicación.
Enhorabuena, Juan, por el nuevo fruto de la dehesa. Le deseo mucha suerte a "La España vulgar".
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Rafael, la va a necesitar. Sale desvalido, pero berrenchín.
EliminarYo vengo volando del blog de Joselu y la verdad que puedo morir en el intento por curiosa.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta introducción me encanta esa transparencia y no tener miedo a enfrentarse a retos,El mundo es de los valientes, aunque no es mi caso.
Le deseo muchísima suerte me ha encantado leer un poquito de estas Noches Áticas.
Un saludo.
Me alegra sobremanera que haya quienes tengan el valor de adentrarse en esta Silva de varia lección que cultivo con el ánimo siempre alegre de quien apura el placer que hay detrás de cada lectura y soporta el sufrimiento en la redacción de cada entrada. Una lectora agradecida es ya un triunfo inigualable.
Eliminar¡Enhorabuena!, aunque tardía. Hasta hoy no he leído la entrada. En la cubierta del libro (bajo "Publicaciones") se echa de menos un enlace...
ResponderEliminarGracias, Luis, y corro a remediarlo, si soy capaz, claro. Poco ducho soy en esto de las posibilidades técnicas del formato blog, y de cualesquiera otros, Me sacan de enlazar palabras y soy un desastre...
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