No
me podrán quitar el dolorido sentir…
Nunca se está preparado para recibir al dolor. Llega y
toma el mando, y te vuelves guiñapo suyo, y carne inerte. Da igual que te pille
por sorpresa o que lo veas venir, de cerca o de lejos. No puedes esconderte.
Tampoco le sobrevives. Te hundes en él entre espasmos y convulsiones y te falta
el aire, como si la sal de las lágrimas que te desfondan el corazón se solidificara
en la garganta y tuvieras que tragarla por extraña ley que quisieras resistirte a
obedecer. No eres, ya, tú; ni estás ni te reconoces en ti. Una pesada borrasca
de presiones inmisericordes te estalla en las sienes, y sientes en los globos
oculares una tensión que el llanto no alivia. Jadeas horror. Tus hipidos se
convierten en esquinados singultos y, cuando boqueas hinchando los pulmones en
busca del aire que no te llega, hasta te duelen las costillas y parece que el
esternón vaya a rompérsete para dejarlas flotando, todas ellas, a la deriva, en
el piélago atroz del sufrimiento irredimible. El dolor te deshumaniza. Nadie
está exento del zarpazo plantígrado que te deja la espalda abierta como un
campo roturado y te lanza la nuca hacia los talones, tensándote como un arco que
disparara más lejos el grito, más fuerte, más certero, sin posible consuelo.
Envuelto en el silencio que rodea los gemidos, se te deshilvanan los pespuntes
de la fingida entereza y aguantas la quemadura agresiva que se pasea por tus
nervios con su vocación de llama que devasta y a la que le es imposible
cauterizar la herida viva y sangrante en que todo tú te has convertido:
piltrafa que ni a los perros aprovecha. Nada existe, fuera del dolor. Y estas
palabras, expelidas a golpe de crispadas falangetas sobre teclas que nada han
hecho para merecer tanta furia descargada, ni son reflejo ni son consuelo ni
son queja ni son el pecio del naufragio sufrido, sino la torpe máscara de un
dolor indefinible, indescriptible, inenarrable; porque el horror es siempre un
enorme vacío, una ausencia de vida, de voz y de presencia. Preso del dolor, se
dice, y no es cárcel, sino cepo del alma y por ello aherrojada y expuesta a la
humillación propia, al ajeno desprecio. El dolor va más allá del castigo,
cuando de él a ti se celebra una macabra transustanciación y dejas de ser quien
has sido para ser en quien nunca hubieras imaginado que te podrías convertir:
un amasijo de quebradas certezas e insufribles evidencias que te arrancan con
el dolorido sentir la vida. Nadie, nunca, está preparado para resistir el dolor
que interpela el existir, el ser o no ser, la extraña y desconcertante melodía
de la alegría. Te llega, te asalta y te vence. No hay defensa. No hay teoría
que te proteja. No hay autoayuda que te asista. No hay queja que te consuele. Sufres.
Eres el padecer. No eres. Estás. Resistes. Deshecho. Erguido, como un
pararrayos que saliera a su encuentro. Y sollozas con la violencia del
torturado para quien las mismas letras tiene un no que un sí. Y eres incapaz de
articular palabra, porque el silencio del dolor solo está lleno de llanto
acibarado. No, nunca se está preparado para recibir al dolor.
Tremebundo... Aquí no valen impostaciones y en vano buscarán los impertinentes la impostura: episodios así hay que sudarlos con sangre.
ResponderEliminarSuerte, en la más generosa de sus acepciones, aunque no haya tal sortilegio para sujetarse a ese dragón al que sería deseable ponerle riendas y estribos.
Como las rémoras al casco del buque, se adhiere como una camisa de fuerza, la de mil puntas cruentas de Darío, y sabes que la poesía, si vivida, no existe, que es, si acaso, la máscara de un tormento insufrible.
EliminarConfío en ella, la suerte, en él, el azar: arrojo los dados día tras día y espero la jugada que todo lo cambie.
He visto la publicación en mi blogrroll y me he venido a disfrutar de alguna entrada literaria, pero lo que me he encontrado es puro dolor, casi inexpresable por lo impreciso del léxico para hacerlo. No sé qué decir. Nada es suficiente para poner algo de bálsamo en la herida. En esta herida. A la vez, un ejercicio de estilo brillante en la expresión de ese lancinante dolor sin límite.
ResponderEliminarDel tirón de la escritura automática ha salido todo como el reventón del forúnculo en que a uno el dolor lo convierte, una explosión de rabia sofocada. Y,sin embargo, ese mal aliento de la podre no desaparece. Se convive con él. Y se espera, un poco al estilo de Machado, algún prodigio por la primavera.
EliminarJoder, Juan, atrapado en mitad de un remache doble.
ResponderEliminar«Y sollozas con la violencia del torturado para quien las mismas letras tiene un no que un sí».
Ahí, sí, no en otro lado.
EliminarNo hay modo de plantar cara al dolor que narra, quizás dejarse llevar, beberlo a tragos largos y esperar que tenga fin.
ResponderEliminarImpresionante texto
Decía Ferlosio que cuantos más hilos sujetan a una marioneta, más libertad de movimientos tiene ésta. Eso no pasa con el dolor que nos convierte en marionetas de una sola cuerda tensada.
EliminarNunca jamás te había leído así. Nunca jamás había leído algo tan terriblemente dolorido y doloroso... Pero sabes unas cosa JUAN? si has escrito algo tan hermoso dentro de lo terrible de este dolor magistralmente descrito en angustia viva, supurando a todo lo que da.. creo que es porque hay un deseo desesperado de salir de ahí, todas estas letras suenan a ... por favor que alguien me libre de este cáliz y si es absolutamente cierto que nadie está preparado para la llegada del dolor, no es menos cierto que solo quien desea despejadamente salir de él, sale. SALDRÁS...
ResponderEliminarYo creo que ya estás saliendo... si cierras los ojos notarás que duele menos.
Mañana vuelves a hacer la prueba y dolerá menos que hoy...
Un beso grande y... enhorabuena por tus letras aunque sienta muchísimo que su fondo sea tan terrible ...tienes tantísimo recursos en tu mente que ta harán de asa para auparte de todo esto que has escrito que en nada te veo componiendo bulerías.. lo harás igual de maravillosamente bien ;)
Y si he dicho alguna inconveniencia inoportuna de las mías por favor perdóname, solo pretendo dejarte un poco de cariño en letras ... aunque sea poco y de lejos siempre me has parecido un mastín de las letras ..grandísimo, aterrador y a la vez inmensamente entrañable;)
Mastín desdentado, María... Y sí, recojo tus buenos deseos y te los agradezco. Son complejas las relaciones de las personas con el dolor,y a veces hasta perversas. No es mi caso, sin embargo. Tienes razón: sacarlo afuera, orearlo, ayuda a limpiar la herida, sin duda.
ResponderEliminar"...expuesta a la humillación propia, al ajeno desprecio." Observación de gran exactitud. El que no conoce eso, ese sabe poco del dolor.
ResponderEliminarMe convocó el título: "El aprendizaje del dolor", de Carlo Emilio Gadda, pero no encontré lo que buscaba. Todo suma, sin embargo...
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