miércoles, 1 de febrero de 2006

15 de agosto de 2...

¿Quién dijo que la literatura salvaba, o que ennoblecía?
¿Matas? ¡Y una mierda!
La literatura es una depravación constante. Y te convierte en un inmoral de la más baja estofa: ¡estofado de la vanidad del mal y la autocompasión disfrazada de autocrítica insincera!
Mediada la canícula, con una humedad que amenaza con devenir un cortocircuito al filtrarse el sudor por entre las teclas, ¿hay alguien capaz de arrojarse el más tímido de los insultos o los halagos, si ambos no son una y la misma cosa?
Una constatación: la literatura me ha echado a perder; me ha convertido en un paria semiilustrado o ilusoustrado, en un rufián sensibilísimo, en un déspota cortés. Y solo a medias me arrepiento. He sacado lo peor de mí mismo. ¿O sólo lo único de mí mismo?

2 comentarios:

  1. Años después de haberlo suplicado en esta entrega, con muchísimo retraso, ahí te va un halago: Eres bueno, pero que muy bueno... (según yo que soy el Nadie de Benjamín Jarnés)

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    1. De "Nadies" sabe un rato largo un íntimo amigo mío, autor de "Nadie en persona" (Anagrama)...

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