viernes, 5 de abril de 2024

«Moralistas franceses (De La Rochefoucauld a Joubert)», de Luis Valdesueiro.

 

                                                       

Del silencio propio al homenaje ajeno o la lucidez del antólogo.

 

          Ya está a la venta en Amazon, único sitio donde puede adquirirse, esta antología de aforistas franceses, traducidos por el autor, en la que se repasa, de modo cronológico, la obra y la impronta que en el género han dejado autores tan significativos como los aquí reunidos. El autor ha escogido un concepto, «moralistas» que supone ya una decidida opción interpretativa de las obras de estos siete autores, abordándolas por el lado de la vieja prosa didascálica, aquella que instruía y deleitaba, al decir de Horacio, el clásico prodesse et delectare.

A cada ramillete de aforismos precede una introducción al autor en la que Valdesueiro, más allá de los sucintos datos biográficos, nos ofrece una visión sintética de la importancia del autor dentro del género. Aunque él otorga la paternidad del género al iniciador de la tradición en Francia, La Rochefoucauld, lo cierto es que se trata de un género antiquísimo que bien podemos retrotraer a las literaturas egipcia y griega, así como a las semíticas, como los abundantes libros de proverbios morales de la Biblia, por ejemplo. En España, sin ir más lejos, los famosos Proverbios de Sem Tob de Carrión (c. 1290 – c. 1369), editados magnífica y luminosamente por Agustín García Calvo, nos hablan de una práctica que merece para el género aforístico un reconocimiento académico preceptivo del que aún no goza.

Como aforista superdotado y feraz, que nunca ha dejado de cultivar el género desde su irrupción con el celebrado Lucidario [en Poesía por ejemplo], de 1997, única aparición literaria del autor hasta el presente, excepto por su libro de poemas Cuaderno de sombras [en Huerga & Fierro] de 2001 y su presencia en varias antologías de aforistas contemporáneos, Valdesueiro sale de su silencio, sin embargo, no con una obra propia, ¡para cuándo…!, sino con un homenaje a otros autores, franceses en este caso, a los que lee y traduce con frecuencia; del mismo modo que ha traducido Un tal Pluma, de Michaux o la Anábasis de Saint-John Perse, inéditos, como casi todo lo suyo. Confiemos en que, a partir de ahora, su mirada se dirija a lo propio, para deleite de quienes ya disfrutamos de su Lucidario y salga de sus íntimas galerías: EL TOPO horada la tierra. Vive en un mundo de sombras, en un mundo a espaldas del mundo. Para él no hay más realidad que aquello con lo que topa. Incapaz de ver, como ordena la tradición , no imagina que encima de angostas galerías la vida brilla, fluye como un río. Idolatra la soledad con fervor; recela de la vida con pasión [Lucidario]. Quizás nos sorprenda con alguna de sus otras facetas creadoras: la narración y la fotografía, por ejemplo…

          Máximas llama La Rochefoucauld a sus aforismos, de modo genérico, aún con el eco de las sentencias y los adagios en su memoria, pero su papel capital en el género es singularizarlas moralmente o, como se le presenta en la introducción: Las Máximas no aspiran a ser un libro de dirección de los espíritus: no señalan un camino, explora las sinuosidades del alma humana.

          Da más vergüenza desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos. [84]

          La hipocresía es un homenaje que el vicio tributa a la virtud. [218]

          Como Pensamientos nos ha llegado una obra de Pascal que no escribió teniendo en cuenta el marco del género aforístico, sino como apuntes sobre los que habría de volver para obras, acaso, de mayor enjundia. Tras señalar Xavier Zubiri, citado por el antólogo, el carácter no solo fragmentario, sino indeterminado, de estos pensamientos, añade con agudeza: «En rigor, pues, lo opuesto a un aforismo». Los Pensamientos, al decir de Unamuno, también recogido por el antólogo, «…no nos invita a estudiar una filosofía, sino a conocer a un hombre».

          La razón nos manda mucho más imperiosamente que un amo, pues desobedeciendo a este se es desdichado, y desobedeciendo a aquella se es un necio.

          Los hombres son tan necesariamente locos que sería estar loco, con otra clase de locura, el no estar loco.

          Máximas y Caracteres son denominados los aforismos de otro gran moralista como La Bruyère, quien toma como motivo la obra de Teofrasto, Los caracteres, que traduce, para escribir él los suyos propios con notable agudeza y fino humor, porque, al decir del antólogo: La Bruyère es un agudo observador de la realidad, un hombre que depura lo que ve y descubre relaciones ocultas tras el hilo sutil que separa causas y efectos.

          Hay que reír antes de ser feliz, por temor a morir sin haber reído.

          El adulador no tiene muy buena opinión de sí mismo ni de los demás.

          Reflexiones y Máximas, se llaman los aforismos de Luc de Clapiers, marqués de Vauvenargues, título por el que se le conoce literariamente. De él, y con carácter extensivo a sus compañeros de antología, nos dice el antólogo: Los moralistas escrutan al hombre y sus costumbres. Pequeños filósofos, no elaboran teorías, sino apuntes del natural. Asedian las pasiones, las virtudes y los vicios. Son los furtivos del pensamiento. Menos sombrío que sus antecesores, Vauvenargues pone el sentimiento; y por encima de la reflexión, pone el corazón.

          Lo que llamamos un pensamiento brillante no es, frecuentemente, sino una expresión capciosa que, con ayuda de una pizca de verdad, nos impone un error que nos asombra.

          Es falso que la igualdad sea una ley de la naturaleza. La naturaleza no ha hecho nada igual. Su ley suprema es la subordinación y la dependencia.

          Máximas, Pensamientos, Caracteres y Anécdotas, figuran en la antología póstuma de Sebastien-Roch-Nicholas, conocido literariamente como Chamfort, que publicó su amigo Pierre Louis Guinguené después de su muerte, tras un intento de suicidio de cuyas heridas no pudo recuperarse. Hijo de la Revolución, fue engullido por ella. Su obra manifiesta lo que bien ha visto Valdesueiro en él: Máximas nerviosas, inquietas, eléctricas: radiografía de un hombre vencido por la amargura, dominado por la rabia, hundido en la desesperanza.

          Es muy deseable la pereza de un malvado y el silencio de un tonto.

          No se es un hombre de talento por tener muchas ideas, lo mismo que no se es un buen general por tener muchos soldados.

          La naturaleza nunca me dijo: «No seas pobre»; y menos aún: «Sé rico»; pero me grita: «Sé independiente».

          Pensamientos son, también los de Antoine de Rivarol, caballero De Parcieux y, más tarde, conde de Rivarol, un antirrevolucionario que recuerda notablemente al protagonista de Las ilusiones perdidas, de Balzac. Sus aforismos también se publicaron póstumamente.

          Hay que hacer lo que podamos, lo que debamos y lo que conviene.

Hay algo más elevado que el orgullo: la modestia; y algo más aún que la modestia, la sencillez.

Pensamientos y Máximas, finalmente, acogen los aforismos de Joseph Joubert, acaso los más próximos a nuestra concepción moderna del aforismo y, por tanto, más alejada de los otros moralistas con quienes comparte volumen. A diferencia del «discurso» de otros, la búsqueda de la concisión fue su ideal y su tormento: «Si hay un hombre atormentado por la maldita ambición de meter todo un libro en una página, toda una página en una frase, y esa frase en una palabra, ese soy yo».

La verdad se parece al cielo, y la opinión a las nubes.

En ninguna parte se encuentra poesía si uno no la lleva consigo.

         

         

4 comentarios:

  1. EL TOPO ... vive en un mundo de sombras, en un mundo a espaldas del mundo. Para él no hay más realidad que aquello con lo que topa. Incapaz de ver, ... no imagina que encima de angostas galerías la vida brilla, fluye como un río.
    ¿Estaremos hablando del topo o del hombre?- perdón- ¿o del humano, humana o humane?... (Lenguaje inclusivo, tan moderno y progresista e igualitario como incómodo e indeseable...)
    Prodesse et delectare. Justamente lo que Ud. hace, y yo muy muy agradecido...

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    1. El antólogo se autodefine al final de su aforismo:"Idolatra la soledad con fervor; recela de la vida con pasión", por eso ha sido siempre tan reacio a la publicación. Espero que tengamos pronto noticia publicada de un escritor tan portentoso como Valdesueiro, a quien tanto admiro como afecto le tengo.
      Ya veo, Juan Miguel, que sigue en el "tajo"... Y eso sí que me parece admirable.

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  2. Observo “paisajes” que nunca he visitado a través de su mirada descriptiva, sagaz e inteligente... Es una forma, ya lo dije en otra ocasión, de llegar a lejanías a través de un “atajo” (que es Vd.)... Todo un ejercicio placentero que ejecuto dentro de su deleitable Blog... Así que cuando estoy aquí, no estoy en el “tajo”, más bien en un “atajo” de, para mí, su magnífica Arcadia...
    “En ninguna parte se encuentra poesía si uno no la lleva consigo”.
    Yo, aquí, la encuentro.
    Disculpe mi pesadez, pero es mi manera de expresarle mi admiración y agradecimiento.

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  3. Hay mucha fineza de pensamiento en los moralistas franceses. Este tipo de aforismo siempre me ha llamado la atención desde que leí a La Rochefoucauld, máximas que conquistaron antes del leer los aforismos atribulados de Cioran. Gracias una vez más por análisis de una publicación, en este caso de Luis Valdesueiro (prologuista y amigo) a quien habría que ‘fichar’ para un futurible prólogo de nuevas máximas.

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