miércoles, 27 de abril de 2016

La falacia del fácil aprendizaje del uso de la lengua


  
                           
 Antiguas reflexiones sobre el aprendizaje de la(s) lengua(s), que no han perdido vigencia.
               
Los lectores, a veces, me descubren textos cuya existencia ignoraba. Me tomo la libertad de "saquear" a Juan Pérez, afanado (que no afamado...) observador de la cotidianidad para traer a este espacio una reflexión más propia de este lugar, entre  académico y salvaje, y lleno de sofocante vanidad,  que de la llaneza de su observatorio a pie de calle.

Si, como profesor secundario, que eso es lo que somos los de Secundaria para el consejero Maragall, he de juzgar por el nivel de competencia lingüistica con que llegan los alumnos de Primaria debería decir que la incompetencia profesional sobreabunda en ese tramo educativo. Prefiero, no obstante, plantear el asunto como una cuestión de más amplio radio. Ni los padres ni los hijos, ni probablemente muchos maestros o secundarios tenemos la competencia lingüistica mínima exigida para la transmisión de nuestra lengua materna, cubrir las necesidades del sistema educativo y, por supuesto, para enseñar a los alumnos lo que han de aprender para participar con satisfacción en la vida comunitaria. Llevo dándole vueltas durante muchos meses a lo que se acabará convirtiendo, en una convicción: el dominio mínimo de  la lengua propia, la lengua cooficial y otra lengua extranjera sólo está al alcance de una minoría tan exigua que, hasta no aceptar una realidad tan evidente, nada bueno podrá salir de ningún plan de estudios ni de ningún proceso de evaluación. Se pone mucho el acento en los beneficios de la evaluación, pero tengo la sensación de que se ha disociado radicalmente tal proceso evaluador del otro proceso, el esencial de la escuela -sin negar otros complementarios de no poca importancia-:  la transmisión del conocimiento. No hay más que oír al consejero Maragall para darse cuenta de cómo un adulto relativamente instruido es incapaz de tener una competencia lingüística adecuada, y dejo al margen, por supuesto, la capacidad de razonamiento, pues la mentalidad "consignataria" –o  esloganesca- del sujeto deja poco lugar a dudas. Llevo batallando con la expresión desde los 15 años y aún me queda un largo camino por recorrer, y mi dominio del catalán y del inglés está muy por debajo de lo que me gustaría. Mi conclusión, contra toda teoría pedagógica, es que la capacidad de expresión lingüística integral (comprensión, razonamiento, competencia normativa e incluso cierto estilo personal) es un don. Lo reconocemos para la música, para el dibujo y para la habilidad manual -léase el encaje de bolillos como la fontanería o la albañilería-, pero nos negamos a aceptarlo para el uso del lenguaje sólo por el hecho de que es una herramienta de uso cotidiano. ¡Cuánto cuesta ver lo obvio. Y, para acabar, como argumento de autoridad, unas palabritas de Andre Gide, que algo sabía de esto del uso de la lengua:
Escribir con pureza en francés, o en cualquier otra lengua, es, a juicio de la gente sabia, una ilusión. No comparto del todo ese punto de vista. La ilusión consistiría en pensar que hay una pureza esencial  y concreta del lenguaje…, definida por unos determinados rasgos, sensibles e incuestionables para todo el mundo. Ahora bien, un lenguaje supone una creación estadística y constante. Cada cual pone en él algo de sí mismo, lo desfigura, lo enriquece, lo capta y lo comunica a su manera, no sin que medien ciertos miramientos… La necesidad de una muta comprensión es la única normativa que atenúa y retarda su alteración, y ésta tan sólo es posible en virtud de la naturaleza arbitraria de las correspondencias de signos y de sentido que lo constituyen. A cada instante, cabe asimilar un lenguaje a un sistema de convenciones inconscientes en su mayoría, pero de las que se corrobora algunas veces la forma de institución, como sucede siempre que aprendemos una palabra nueva.
Hasta aquí, nada de pureza; sólo fenómenos asaz desordenados, regidos únicamente, o restringidos en sus desvíos, por la necesidad del intercambio, el automatismo de los individuos y la proclividad de éstos a la imitación.
Sin embargo, puede existir, y efectivamente existe, una pureza  convencional, que no por convencional se halla privada de alguna virtud. Esta pureza implica, en primer lugar, la corrección, la cual se define como la conformidad respecto a las convenciones escritas (cuyo uso y conocimiento precisan las personas cultivadas). Más sutiles son los demás requisitos de este lenguaje puro y deliberado al cual no todo el mundo es sensible: no voy a enumerarlos. Trátase de abstenciones cuyos motivos no es fácil discernir, de ciertos "efectos" a los que no recurrimos, de cierta coherencia exquisita que debe alcanzarse en la expresión, así como de un constante afán por articular nítidamente los miembros de una frase y las frases de un párrafo recíprocamente.
Ahora bien, existen seres humanos cuyo oído, por sano que esté, no distingue los sonidos de los ruidos.
…Escribir con pureza en francés supone un cuidado y un divertimento que en cierto modo compensa el tedio de escribir. 
La sintaxis es una facultad del alma.

8 comentarios:

  1. O una dificultad del alma, hay impedimentos que producen emoción.

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    1. No hay facultad que no sea una dificultad vencida... (Y mil gracias por el pie para el aforismo...)

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  2. Como personalmente estoy convencida que soy una minusválida sintáctica, ortográfica y semánticamente hablando respecto al uso de la lengua escrita ... -al menos al verbalizarla no se ve si uso la B hacia arriba o la V baja, si suena o deja de sonar esa absurda H que tantísimo odio- me resulta sumamente divertido leer a quienes se preocupan por insistir en la supuesta posibilidad de dominar no una lengua, si no varias... jaja ¡qué pretenciosos somos a veces los humanos! no hay más que escuchar o leer cómo escriben ahora nuestros pequeños cerebritos ..¡¡aun más horrible que yo!! ;)

    Me comentaba una amiga profesora en un colegio bilingüe-trilingüe (inglés/español/alemán) que los niños ya no aprenden conceptos o materias .. solo vocabulario sesgado sobre lo que sea... sin fondo, sin contenido ... pura superficialidad conceptual. Formalmente queda precioso ver a un niño de 8 años escribir las partes de una flor en inglés/alemán, sin duda .. pero, me pregunto si su mente comprende lo que es.. por ejemplo, la polinización o solo ve motitas de polvo amarillo (flower pollen) esparcido por el aire haciendo cosquillas en la nariz hasta provocar un estornudo ...¿alguien se cerciora de lo que han aprendido de verdad? porque como los exámenes solo son para ponerles una nota, casi siempre tipo test, a lo mejor al final con tanta riqueza léxica y empobrecimiento conceptual nuestros niños suponen que las plantas se reproducen por estornudos ;)


    Un besito y gracias por seguir asomándote aunque sea en nombre de otro mientras tú estás con tus sesudos estudios a saber de qué latinajo, que te salga todo de maravilla ;)


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    1. La pedagogía moderna se contenta con reducir a Sócrates a su más famosa frase-trampa, pero da de lado el arte de la comadronería...Curioso el ejemplo del estornudo, que tanto lo relacionan, los expertos, con el orgasmo.
      Completamente de acuerdo contigo, nos falta humildad, humus, en los dos sentidos, tierra y garbanzos...

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  3. Por eso se insiste tanto que los idiomas se aprendan desde la infancia;pero puedes entender y hacerte entender, pero de ahí que eso tenga una buena morfología, sintaxis o un estilismo literario solo se puede apreciar y es criticable en profesionales del medio:(periodistas,escritores e incluso profesores).

    Los que son bilingües, casi nunca dominan perfectamente las dos o tres lenguas que hablen y esto aplicado a la escritura : el francés es una lengua muy puñetera para escribirla, por sus inmensidad de acentos y tildes.

    Y por esta España nuestra : no arde más cera que la que hay.Por eso se tiene que luchar a favor de que en las aulas haya menos ratio,menos contenidos inútiles y sobre todo que sea a favor de la comprensión y el racionamiento ,que es lo que de verdad nos va a ser más útil a lo largo de nuestra vida.Poco y bien digerido en estos lares con el Informe Pisa (saltan las alarmas)

    Un saludo.

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    1. Las lenguas han de ser, para la mayoría, "instrumentos" de comunicación, aptas para intercambiar conocimientos, experiencias y sentimientos de la forma más vivaz y espontánea posible. Antes cabía hablar de un "registro literario", pero mucho me temo que la lengua anodina que ha llegado incluso a la literatura, sobre todo a la que leen los niños y los jóvenes -después de la juventud es ínfimo el tanto por ciento de lectores consolidados que lo seguirán siendo siempre- hace ya imposible hablar de él, ¡y no hablemos de saberes más o menos alambicados que (las autoridades no se quieren enajenar el apoyo de sus votantes...) van desapareciendo de los programas docentes como la Filosofía, la propia Literatura o las lenguas Clásicas... El amor a la elocuencia oral bien entendida ha pasado a mejor vida. Subsiste aún, cada vez en menor medida, el respeto a la elocuencia escrita, pero a la que se complica el razonamiento, por mor del rigor argumentativo, hasta ese respeto se pierde...y se abomina de la "oscuridad" del escrito sin darnos cuenta de que somos nosotros quienes no tenemos luces para entenderlo.

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  4. Sin duda, es así. El lenguaje es un don, como la música o el dibujo, la danza o el teatro. Hay algunos que poseen ese don, cultivándolo claro está, y otros que por más que lo intenten son meros aprendices, aventajados o no, pero aprendices. Cuesta toda una vida domeñar la lengua a los que poseen ese don. La inmensa mayor parte de la sociedad practica un utilitarismo del lenguaje que lo vacía de potencialidad, recursividad y elegancia.

    Sin embargo, hubo un tiempo en que se hablaba de la riqueza del habla campesina y allí -al medio rural- fueron algunos escritores a nutrirse de vocablos y de giros llenos de expresividad. Tal vez era un tiempo en que la lengua todavía se amaba por medio de dichos, refranes, palabras del campo que referían mil y una realidad de los campos, las plantas, los animales, las estaciones...

    Pero la cultura o mejor incultura de la contemporaneidad ha acabado con todo el virtuosismo del lenguaje que no es más que una serie de emoticonos continuados que se expresan como máximo en doscientas palabras. Al menos mis alumnos no utilizan más ni sienten deseos de hacerlo.

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    1. De hecho,como bien sabes, la renovación de la lengua que se lleva a cabo en la generación del 98 se debió a una vuelta a los orígenes rurales de la misma, y de esa renovación se beneficiaron los escritores de la generación del 14, bastante más "intelectualizada". Moby Dick, por ejemplo, es toda una investigación en el hermoso mundo de la lengua del mar; pero, para venirnos más cerca, Los santos inocentes, de Delibes, que me parece una novela literalmente genial, es una recreación fantástica de la lengua coloquial del pueblo no cultivado, y es una maravilla escucharla en toda su pureza...Se ha potenciado tanto el culto por escrito del yo, que hemos perdido la condición de radar deambulante que nos otorgan los pabellones auditivos.

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