20 de setiembre de 2...
¡Apertura del año literario! ¡Salen las glorias rancias/patrias a la pasarela! ¡Se inicia el desfile de las inanidades! Las matronas paisanas se liftean la sonrisa y ofrecen sus novedades: se ha abierto la veda de lo nimio y ahí se aprestan los cazadores seducidos por la publicidad para cobrar su piel de marmóreo blanco, tan a juego con la pizarra cerebral del mismo color de quienes disparan con el ojo guiñado y el gusto estragado.
Montero y Grandes se ensanchan en las adulaciones de edecanes y corifeos. La literatura, avergonzada, se escapa hacia el amparo de quien, al otro lado de las páginas, las aleja de sí con repugnancia. Yo mismo.
¡Antañones parecen los años bisiestos que parecen haberse cumplido desde que Echevarría I El Arbitrario desnudó al martinvigilesco bobo de los caseríos! ¿Piedra en estanque? ¡Picatoste en puré! Miseria.
El Goytisolo que tiene la patente de maldito oficial perpetuo –el otro anda licuado en el desvarío de sindicatos criminales y especies de asemejo- lo dice con la regularidad con que acuden las cigüeñas a Extremadura. Se espera su discurso recurrente, flagelante, inquisidor -¡todo se pega!, hasta aquello que se denuncia.... con verbo flamigeromozárabe-, definitivo, de y punto. Pues vale.
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