viernes, 9 de octubre de 2015

El Quadern gris o el “Mundo Pla”: obra total.

  









El quadern gris, un clásico de la literatura universal.
No me extraña que Pere Gimferrer nos ofreciera como coronat opus de su magnífico Dietario –sobre el que ya he escrito una admirativa entrada en este Diario– un homenaje a Josep Pla titulado Posible imagen de Pla.  No se me ocurre mejor manera de comenzar esta entrega sobre El quadern  gris que con las palabras de su mejor discípulo dietarista en las que recuerda el momento imborrable en que conoció al maestro ampurdanés:
Mirad: mi Josep Pla está aquí, visto al sesgo, en un ángulo de un salón del Ritz. Hay unas señoras sentadas hablando. Pla lleva una boina y, también sentado, habla a ratos y a ratos calla, lúcido y vívido, con ojos chispeantes de pastor tártaro*. Caminamos, Josep Maria Castellet y yo, por las claridades de alambre que deslindan los trebejos televisivos, bajo el fuego imprevisto y súbito de las lámparas instantáneas de las cámaras fotográficas. Josep Pla está al fondo, muy lejos de todo esto Y ahora Josep Vergés y Joan Teixidor me presentan a Pla. No nos habíamos visto nunca, aunque, durante años, semanalmente, el uno leyera al otro. Pese a todo, pese a que incluso habla de mí en Notes per a Sílvia, yo no estaba seguro de que Pla me recordara, de que asociara mi nombre a las cosas frívolas y desperdigadas que he sido capaz de escribir. Ah, pero Josep Pla se levanta, con vigor, enérgico en la flaqueza vulnerable de la senectud; Josep Pla se levanta y me mira y me señala con el dedo y me dice –la voz viene de muy lejos, quebradiza, pero las palabras, con sonido ahogado y mortecino, son precisas, son nítidas–: «Usted escribe un dietario…» Quizá hace un elogio, quizá no dice nada más, o casi nada más. El autor de Quadern gris, el autor del Dietario, del único Dietario con mayúsculas, me ha dicho que yo, precisamente yo, escribo un dietario. (14 de marzo)[de 1982]. [*¿Tendría en la memoria Gimferrer la descripción que Pla hace de sí mismo en el Quadern: Tinc la cara notòriament plana i els pòmuls amples i sortits. Això féu dir a alguns amics de Barcelona (...) que jo semblo un rus del Mediterrani.]

De esto trata esta entrada, del único Dietario con mayúscula, porque si algo sorprende al lector avejentado del Quadern gris es no solo que su autor lo escribiera con 21 años, en un caso excepcional de precocidad literaria y humana, sino, sobre todo, la absoluta contemporaneidad de dicho Dietario, porque su autor, que se desnuda en las páginas con una sinceridad y honestidad que lo honran, es nuestro contemporáneo por el hecho de ser, indiscutiblemente, un clásico, y ello a pesar de todas las reticencias que entre mis conciudadanos catalanes pesan a la hora de acercarse a la obra de un catalán tan ilustre y universal como Dalí, pongamos por caso, y no menos polémico que el propio pintor, tan  ampurdanés como nuestro dietarista, una ampurdanesía de la que hace ostentación y gala a lo largo de las páginas de este Dietario que, no creo que pueda ser de otra manera, cualquier intelector con un mínimo de sensibilidad estética ha de intentar leer en la versión original, un catalán que se ha convertido en auténtico modelo de lengua: un catalán no alambicado en un estilo nada embolismático, y con unos contenidos de carácter universal a partir de la pasión por lo cercano. Pla vive en un momento crucial para la cultura catalana, porque ante ella se abren dos caminos que vamos a representar aquí, simbólicamente, con dos palabras: quartilles, la usada por Pla y quartel·les, aquesta és la paraula que Josep Carner proposa per anomenar aquesta classe de papers. La diferencia me parece evidente: alejarse lo más posible del castellano [opresor...] o convivir con él de forma natural. La reforma normativa de Pompeu Fabra va en la primera direccion, y por ese camino hacia el establecimiento ridículo de una lengua literaria "exclusivamente" para una megaminoría (sic, sí, aunque suene a oxímoron), lo que, claramente, está en contra de la lucha por asegurar su supervivencia como lengua de cultura, lo cual no deja de ser paradójico. Cataluña, por otro lado, y volvemos a lo cercano,  es La Mancha de Pla, y él el Don Quijote de sí mismo, dispuesto a no dejar títere con cabeza, a juzgar por la dureza con que ataca la hinchazón, la falsa solemnidad, la nesciencia y la vanidad de las quimeras literarias del joven amanuense, perdido en un mundo en descomposición del que acabará huyendo, vía París, para oxigenarse y poder respirar otros aires que los mefíticos de la oscura provincia flaubertiana, asolada por la gripe deletérea, como la Florencia de Boccaccio por la peste bubónica, si bien Pla volverá su vista a lo más cercano, comenzando por sí mismo, y no con afán de entretenimiento sino por puro ejercicio disciplinar: Quan d’ací a trenta o quaranta anys aquests papers es publiquin –si és que algun dia es publiquen–, ¿quines reaccions produiran en l’esperit del lector , si és que tenen algun lector escadusser? Jo només m’atreviria a demanar una cosa a aquest lector hipotètic; li demanaria que els llegís amb calma, lentament. (...) Aquest quadern és en primer lloc un element de disciplina –un dels pocs elements de disciplina positiva que actua sobre la meva vida.
Dos años de la vida del autor, 1918 y 1919, contienen este Dietario ejemplar, en un tomo de casi 800 páginas que se leen con el indescriptible placer de quien ha hallado, por fi, a quien sabe cómo y qué contar de su vida. Hay dos Josep Pla, en esos años: el joven que intenta abrirse camino literario con un estilo ampuloso y noucentista  en revistas comarcales que nadie lee y el hombre sin edad, retraído y reflexivo que asiste regocijado y molesto a partes iguales al espectáculo de la vida que se desarrolla ante su mirada crítica, irónica  y descreída. Este último es el que conocemos en el Dietario. Y lo conocemos tan a fondo como intenta conocerse él a sí mismo, en este juego de osada exhibición constante y ningún exhibicionismo, porque, ya lo he dicho antes, la honestidad del autor está fuera de toda duda, tanto que incluso ha sido capaz de ser lo valiente que exigía el género para relatarnos lo que ha de entenderse como un intento de acoso sexual a una menor: A la carretera trobo Adela, la nena del far. És més menuda, plena, i deliciosa que mai. Se m’acosta amb moltes ganes de riure. Tracto de fer-li una carícia, però de sobte veu en la meva cara alguna cosa estranya, es torna pàl·lida, forceja nerviosament i fuig, corrent com un coet. Després ve la depressió de l’alcohol i el remordiment per les violències. Un dels dies més desagradables de la meva existència.
El Quadern gris tiene una dimensión casi enciclopédica y muchos niveles de lectura. Se nos aparece como una guía esclarecedora de un momento histórico y como un observador privilegiado de la construcción de una identidad. El ser y su circunstancia se imbrican de tal manera en las páginas del Quadern que deberíamos hablar de un “Mundo Pla” para hacerle justicia. Desde una insobornable individualidad crítica, el autor construye el ajustado relato de su propia vida de estudiante que acaba los estudios de Derecho en la Barcelona del pistolerismo y la eclosión nacional; un estudiante que aborrece dichos estudios, que tantos sacrificios le ha costado a la familia, y a los que no se dedicará profesionalmente, pues la posibilidad de poder vivir de la pluma, aunque sea como periodista mal pagado, se le antoja un auténtico ideal de vida. La austeridad con que ha soportado su largo ciclo de vida universitaria lo ha educado en el arte de la privación y el sentido del humor, como se refleja en muchas anécdotas que jalonan el libro, como ésta en que le describe a un amigo las terroríficas judías que, en cuanto se levante, va a ir a comer a la pensión. Camps i Margarit, un pudiente socio del Ateneo lo escucha y… En el moment d’alçar-me per tal d’emprendre el camí, absolutament fatídic, de la dispesa*, se m’acostà, em posà un duro de plata a la mà amb un moviment imperceptible (cosa que em dóna idea que estava habituat a fer-ho) i em digué:  –Aneu a sopar al restaurant... La descripció que heu fet de les mongetes verdes val més d’un duro. Desprès, deixeu-vos caure a l’Ateneu. (*Pensión.)
De Pla yo había leído, con motivo de una larga investigación sobre la vida de Josep Anselm Clavé, el creador de los coros de su nombre, un republicano federalista de vida ejemplar, Un senyor de Barcelona, libro con el que disfruté desde el punto de vista de la investigación, pero también desde el estilo. En su momento, hará ya más de 30 años, había proyectado una novela A la sombra de Clavé en que mezclaba dos vidas: la propia de Clavé y la de mi padre, un joven socialista que, cambió de bando en la Guerra Civil, tras sufrir el chantaje de la amenaza contra su familia, si bien se adhiere después a la “causa nacional” con una vehemencia digna de mejores causas. El título proviene de las largas tardes evocadoras que el narrador pasa junto a la monumental estatua del músico en lo alto del Paseo de San Juan, tocando a Gracia. Madrid. El advenimiento de la República, por otro lado, en su dimensión de periodista, es un conjunto de magníficas crónicas de los primeros momentos de la República. Pla es un polígrafo y muchos sus intereses, entre los que han de destacarse dos muy curiosos: el paisaje, sobre todo el de su Ampurdán natal y la gastronomía, como acredita en su devoción por los sofritos: Els empordanesos –no es pot pas negar- som una mica poca-soltes, però els sofregits d’ací no tenen rival; són, sense discussió, els millors del país. Sofritos que le inducen a un párrafo evocador lleno de una extraordinaria delicadeza: És la nostra vida mortal: tots portem el record d’un sofregit de l’ermita clavat al cor i una ombra de vi rosat tremolant a la nina de l’ull. I la darrera cosa que veurem en morir-nos i la que veuen els nostres morts és la proa de l’ermita, penjada entre el mar i el cel, suspesa en el buit de l’oblit fabulós.
Resulta imposible resumir una obra capital como El quadern gris o extractar aquellos fragmentos que nos parecen “definitivos”, porque la ristra de ellos se extendería, al menos, las 50 páginas de transcripción apretada que he elaborado a partir de la atenta lectura, de la morosa lectura que exigía Pla de su obra, y que yo he cumplido con creces. Disfrutaría haciéndolo para un trabajo académico, pero para trasladar a los intelectores ociosos que tienen a bien pasearse por este Diario –que no dietario, quede claro…– la pasión que he sentido por esta obra, casi podría escoger al azar cualquier página de esa cincuentena de ellas de apuntes para que se entendiera a la perfección la delectación con que he leído/devorado esta obra. Lo he hecho tarde, lo sé. Otro tanto me ocurrió con Platero y yo, en cuya lectura no me metí hasta cumplidos, amb escreix, los 50 años, para descubrir, sorprendido, que se trata de un libro que poco aprovecha a quienes no hayan acumulado la experiencia vital que se supone se ha de haber alcanzado a esa edad, si no se va con retraso, como yo voy, pues a mi edad actual se le han de descontar los primeros quince años iniciales, auténticamente  analfabetos. En cualquier caso, lo evidente es que, en modo alguno, es una obra para niños, ni para adolescentes o jóvenes, sino para lectores muy hechos y derechos, o mejor dicho, algo vencidos de la edad y con sus muros en parte desmoronados… ¿Probamos? La 21, venga, la de la edad que tenía cuando lo escribió: He aquí íntegro lo contenido en ella:
En les relacions personals, el coneixement de les febleses alienes és l’element d’integració actiu. Forma un secret de dos, una zona d’ombra que fusiona les ànimes.
El teixit de les relacions humanes està governat d’una manera tan poc lògica i natural que, si hom estudia amb detenció el cas més corrent de la realitat, queda esgarrifat de l’abundància de causes i situacions paradoxals, impensades, imprevisibles, absolutament insospitades.
La primera cosa que es necessita per sentir una passió es saber-la expressar. És indescriptible fins a quin extrem ens hem tornat curts, espessos i ignorants. Som uns perfectes ases.
Hi ha països en què la monotonia és per a la gent una cosa més necessària que el pa i les patates. El nostre país ocupa en aquest punt un lloc molt important.
El diàleg d’un home que no s’equivoca mai té tres característiques: és segur, és seguit i és inacabable. Són les tres mateixes característiques d’allò que no s’acaba mai: la mediocritat, la impressionant mediocritat.
De vegades, boigs fan bitllets... comprèn? [Se trata de una errata no corregida. La frase proverbial es: Boigs fan bitlles..., que significa “los locos a veces aciertan”]
Tothom posava aquella cara de sofriment fingit que era costum de fer davant de la música distingida.
L’obsessió del gran àpat acabat en cançons és permanent en el país [Palafrugell]. És una obsessió tan forta que hom cantaria encara que el dinar o el sopar fos corrent. Si hom se n’absté és a contracor –per no ésser pres per boig, simplement.
Nydia, de Juli Garreta, és la millor sardana que s’ha escrit mai en aquest país, una pura meravella.
Àdhuc suposant un moment que la intimitat fos expressable, ¿qui l’entendria, qui la podria comprendre? Si no fos única, particularista, personalíssima, absolutamente primigènia, ¿quin aspete tindria?, ¿com es podria imaginar la seva presència? Quan no podem aclarir la nebulosa interna, diem habitualment: «Jo ja m’entenc...» Els embriacs diuen el mateix. Sospito que les criatures que no arriben a fer-se entendre, pensen el matei. La meva idea, doncs, és que la intimitat és inexpressable per falta d’instrument d’expressió, que la seva projecció exterior és pràcticament informulable. (...) I, però si això no fos prou, hi ha tots els monstres invencibles: la vanitat, el tartufisme, l’educació, l’egism, el convencionalisme, l’enveja, el ressentiment, la humiliació, la influència dels diners o de la manca de diners, la impotència..., és dir, tot el detritus de passions i de sentiments que hom arrossega des que hom es lleva fins que se’n va al llit. (...) Les contradiccions íntimes són permaents. Per exemple: jo tendeixo en públic, o quan escric, a combatre el sentimentalisme per pornogràfic o antihigiènic, però el cert és que personalment sóc una mena de vedell sentimental evanescent.
El último párrafo sobre la intimidad, que es el corazón de la materia alrededor del cual gira buena parte del Quadern, me parece tan suficientemente significativo de la madurez y del nivel de reflexión del autor que cumple a la perfección, a mi entender, la misión de convencer al intelector de las bondades de esta obra clásica de la literatura autobiográfica. Ha de tenerse en cuenta que Pla es un lector voraz y un espectador nato, poco amigo del protagonismo y mucho de mantener cierta distancia desde la que convertirse en fenomenólogo que no pierde ripio de cuanto sucede, lo cual analiza, además, desde una preparación tan sólida como la de su formación de escritor y filósofo autodidacto. Su construcción libresca, no obstante, chocará indefectiblemente con la realidad, y de esa dialéctica surgirá su obra luminosa: És quan parlo amb la gent que té vint anys més que jo que veig clarament les característiques de la generació de què formo part. Nosaltres venim dels llibres, Nosaltres hem llegit i llegim llibres. Creiem que hem viscut perquè hem llegit els llibres. Els llibres ens han donat l’esperança d’alguna cosa. Els llibres ens han suggerit l’esperança d’alguna cosa. Hem esperat anys i anys que alguna cosa es produiria. ¿Què s’ha produït? Absolutament res. Res. Això ens ha portat a suposar que els llibres diuen una cosa i que la vida en diu una altra de molt diferent. (...) La vida és això i allò i el de més enllà –diuen els llibres–, però després resulta que ningú no es dóna per entès, que ningú no fa cap esforç per fer quedar bé les afirmacions dels llibres. Hom descobreix que el que diuen els llibres serveix per dissimular, per camuflar –és una paraula de moda– la vida mediocre i acomodatícia. (...) Les èpoques sempre han estat iguals i el que s’anomena les grans èpoques només han existit en la imaginació dels que n’han escrit els llibres… No es infrecuente, por otro lado, que Pla se enfrente a ciertas materias desde una perspectiva jocosa, porque ha de reconocerse que su humor, un humor singular y malicioso, alivia una visión un tanto oscura del ser humano y de la sociedad que animal tan imperfecto ha construido. Recuerdo, ya puestos en los libros, la anécdota de un tal Pelegrí Casades i Gramatxes, un hombre terrible i menut rondinaire, biliós, malcarat, sàtrapa i llengua viperina desenfrenada, y de tan escasa altura que para llegar a la mesa de trabajo se hacía poner sobre la cadira un gavadal de llibres voluminós. Aquests llibres contenen les obres més considerables que ha produït l’esperit humà: la Sagrada Bíblia, la Patrologia dels santes pares, les Decretals. És molt possible que hagin passat pel seu cul llibres molt més importants que els que han passat per les seves mans.
La riqueza de los motivos de reflexión de Pla es de tal extensión y transversalidad que el concepto de “Mundo Pla” para referirme al Quadern tiene como objeto alimentar la curiosidad del intelector que aún no se haya decidido, bien por prejuicio pseudoizquierdista, si es catalán, bien por desconocimiento, si es de otra parte de España a internarse en las páginas de este DIETARIO no con mayúscula, sino mayúsculo todo él, y apasionante. Da igual que el emotivo que propicia la reflexión sea la escritura, la política, los sofritos, el paisaje, la universidad, la vida de pensión, las tertulias del Ateneo o lo primero que se le ponga por delante, porque no hay asunto al que no le saque punta con una agudeza que maravilla por su precocidad y con la que resulta más que difícil no empatizar. Hablamos de un escritor que “no se gusta a sí mismo”, que se considera menos que dotado para la vida social y aun para la escritura, carente de imaginación, con turbias pulsiones sexuales y entregado a la drogadicción alcohólica, como me confirmó de segunda mano –la primera es su propia confesión en el Dietario: L’alcohol em fa molt de mal... però tinc tanta set! A més, m’acosto a l’alcohol amb una mena de il·lusió que m’abassega. Aquesta il·lusió va lligada a un desig irrefrenable de vehemència i atordiment. (...) Per un duro (vint miserables rals) es poden tenir quatre Pernods autèntics (Pernod Fils) gelats, deliciosos, exquisits i estar dominat per un remolí dionisíac set o vuit hores–mi buen amilega Benet Martínez, nacido en Pals, que tuvo un santo día la inmensa fortuna de ser invitado a Llofriu por Pla; invitación de la que, chispeante conversación al margen, a mi amigo Benet se le quedó grabado el saque alcohólico del escritor, capaz de tumbar a un cosaco, él tan ruso y tártaro…
Me parece importante señalar que dentro del Dietario hay, como mínimo, un par de relatos breves que tienen la suficiente entidad como para haber podido ser editados al margen del Dietario, dado su intrínseco valor narrativo y el hecho de comenzar y concluir sin necesidad de ulteriores explicaciones. Uno de ellos, el del aprendiz que roba al amo pertenece a la veta estupenda del Bartleby, y no desmerece en absoluto. El otro, un intento de sátira sobre dos prometidos y el amor, es de una deliciosa crueldad diabólica…

Por lo demás, y dada la imposibilidad, en una obra construida bajo el signo estructural del amontonamiento, del añadido arbitrario, de establecer las líneas maestras de un discurso fragmentario, pero no quebradizo, me veo obligado a proseguir por más tiempo esta laudatio merecidísima, y dejo, para el turno de réplica, algunos añadidos que pueden hacer las delicias de los intelectores, si es que no, por petición manifiesta, me incitan a continuar con esta entrada.Vale.

6 comentarios:

  1. Coincido contigo en la valoración entusiasta del Quadern Gris de Pla. El problema es que yo leí hace años una edición incompleta, extractada, de esa obra de ochocientas páginas que es el texto original. Me pareció sobresaliente y quiero volver a ella pero de modo íntegro. A veces he pensado que cuando tuviera una edad provecta, hacerme con la Opera Omnia de Pla y dedicarme a leerla, junto a los ensayos de Montaigne. Todavía no ha llegado el momento. Todavía han de pasar unos cuantos años. La precocidad del Pla joven a la hora de escribir este diario es asombrosa. Es difícil escribir un dietario que siga interesando, dadas las minucias de la vida cotidiana. Pues el de Pla es absorbente y está maravillosamente escrito. A mi admiración por Pla se une su vida azarosa y alambicada como espía franquista y personaje no asimilable por la Kultur Nazional del Catalanismo Oficial. Todo junto me lo hace doblemente atractivo, y algún día volveré a él. Me alegro de coincidir contigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y yo de hacerlo contigo, aunque sé que son más las lecturas que nos unen que las que nos separan... El Pla incómodo al supremacismo nacionalista catalán es, como bien dices, doblemente atractivo. Bien arraigado en la realidad estaba un Pla de familia sin posibles, viviendo con estrecheces y sabiendo lo que significa tener que ganarse las habichuelas sin otra recomendación que el propio trabajo. Como modelo de seny no tiene parangón. Y si se le suma lo coñón que es para con la fatxenderia pròpia de tanto catalán onfalocrático, el placer de la lectura se multiplica geométricamente.

      Eliminar
  2. Me ha alegrado mucho leer este artículo. Se da la casualidad de que he pasado el verano leyendo a Pla, a quien desconocía casi por completo. Sorprende saber que en 1918 ese casi primitivo pudiera pasear por las calles de Barcelona conversando sobre Proust... Fenómeno inesperado: Pla me ha reconciliado con la lengua (extraño, porque no sabía que tuviera necesidad de reconciliarme). Es llamativo que Pla leyera el Zibaldone de Leopardi y citara párrafos enteros del Ulises de Joyce (la utopía de Novabloom). ¡Qué sorpresa! Si bien coincido contigo, Juan, sobre QG, mi preferencia se dirige a "Notes disperses", que recomiendo, e incluso a "Notes de capvesprol".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pla no lee en plan escaparate, sino para escaparse de un constreñimiento social y de su adversa idiosincrasia individual, con la que adjusta admirables cuentas en EQG. Tenía mil y una referencias sobre la excelencia de EQG, pero la derrota lectora de cada cual le lleva por terrenos más que insospechados. En los momentos de gran fervor social unánime, sin embargo, algo en mí me invita a retraerme, para impedir un desajuste en la estimativa por un defecto personal; llevar la contraria. Leído sin las babas cenicientas de esa olla popular, pues, ya has leído qué me parece, y es evidente que me quedo corto. Tengo presente el recordatorio de Paul Léautaud: "La falta de criterio de valores, esta similitud en el ditirambo y este ponerlo todo en un plano de igualdad es la mejor prueba de la falta de cultura y de gusto de nuestra época. Cuando no se conoce nada, todo parece admirable."
      Tomo nota de esas "Notes", las "disperses" y las de "capvesprol" y las sumaré al estante flagelador...Estoy a punto de inventar el sadomaso con "amo", sin pretender destronar a Foucault, por supuesto...
      Me llama la atención tu ignorancia sobre tu necesidad de "reconciliación" con la lengua catalana, pero, sin querer aventurar una interpretación, sino pensando en mi propia reacción, me atrevería a decir que la reconciliación es con nosotros mismos en tanto que catalanes que no comulgan con los principios fundamentales del Movimiento; y ello a partir del espectáculo de la inteligencia y el buen decir. Aunque Pla diga que en catalán todos escriben como pueden, dada la dificultad intrínsceca de la lengua, el lector de EQG tiene la convicción de que el, rara avis, escribe como quiere, y eso es lo que nos reconcilia con el catalán y con las posibilidades expresivas que Pla le abre.

      Eliminar
  3. Això està molt ben dit. Acepto plenamente tu hipótesis. Y conste que valoro mucho tu opinión en este asunto, clara y valiente además. ¡Todo hay que decirlo! El matiz que podría añadir es meramente biográfico y psicológico -anecdótico en buena medida. La prosa de Pla es una propina considerable, una moneda en curso fuera del totalitarismo. Ver esa moneda en la mano le hace a uno estar menos tenso. Por lo menos a mí. Hace muchos años concluí que en el individuo ibérico hay una porción esencialista, dogmática, irreductible. Siempre he tratado de vivir al margen de esa mezcla acrítica de sentimiento e idea. Desde entonces, derrotas no han faltado lectoras. Y ahora me permito una cita de “Notes disperses” (p.328 O.C. vol. 12, 1969): “La Generalitat feia una política que només era bona per a la premsa. Era un deliri d’exhibicionisme, de vanitat i de demagògia.”

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aquesta distensió, has emprat la paraula exacta és el que més he valorat de la lectura de EQG. És la mateixa de la qual en gaudeixo quan parlo, sense anar amb embuts, i amb total cordialitat amb els amics de sempre: amb dret a equivocar-me, a exagerar, fins i tot a mentir, a estimar-nos,i amb dret a desentendren's de trascendències totalmente alienes al nostre ací i ara. Coincideixo amb tu y la teva visió de l'home ibèric intolerant de mena, tot i que, al llarg dels segles, hem anat millorant una mica, no et sembla?, cap a un nou tarannà. Fa molt de temps es pensaba, a la resta d'Espanya, que aquest era el dels catalans... Ara ja sabem que no, dissortadament.
      Per cert, la "nota" d'ahir és, malauradament, la "nota d'avui, d'ara".

      Eliminar