domingo, 14 de mayo de 2023

«Mockingbird», de Walter Tevis, el autor de «Gambito de dama».

 

En tiempos de la polémica inteligencia artificial, un futuro distópico, sin lectura ni escritura, en una sociedad dominada por robots en un planeta casi deshabitado.


 

         Hay libros de libros que no son necesariamente la «biblia», sino el rastro de una vida lectora entretenida en rastrear la existencia de los mismos en las bibliotecas de la ficción novelística. Eso es El gabinete mágico. El libro de las bibliotecas imaginarias, de Emilio Pascual, un paseo emocionante por tal cantidad de obras literarias, de ficción y de no ficción, que requeriría, su sola enumeración, una larguísima y provechosa entrada en este Diario. De entre esas ficciones innúmeras que anota Pascual en su magna obra, enseguida, al leer su libro, se me quedó la copla de este de Walter Tevis, autor de ciencia-ficción desconocido para mí, que no soy frecuentador habitual del género. Luego supe que conocía de él una adaptación televisiva de una novela suya: Gambito de dama, una serie magnífica.

         Esta novela nos presenta una distopía en la que la sociedad que ha sobrevivido a una supuesta devastación del planeta (Africa has approximately three million […] Asia has about four and a half millions souls […] Australia has been evacuated and has zero population. Europe is about the same. […] The goddamn population of North America is two million one hundred seventy-three thousand and twelve) ha perdido el uso de la lectura y de la escritura, salvo en el caso de personas aisladas o, como le sucede al protagonista, un profesor universitario, porque ha aprendido a hacerlo descifrando los intertítulos de las películas mudas que ve.

         La sociedad, ahora que tanto hablamos de la inteligencia artificial, está regida por robots y, de hecho, uno de los tres protagonistas de la novela es el robot Robert Spofforth (mankind’s most beautiful toy),un Make Nine tan perfeto que, como sucede con los replicantes de Blade Runner, de Riddley Scott, habita en él ese deseo de saber exactamente cómo sentirán los seres humanos, de quienes es copia perfecta. En el mundo casi sin sentido ya en el que se mueve Spofforth, llega un momento en que quiere desaparecer, pero ha sido programado de tal manera que le está prohibido el suicidio.

         El otro protagonista, Robert Bentley, que ha sido criado, como las últimas generaciones, en dormitorios, y que no se recuerda habiendo sido niño ni teniendo padres que lo eduquen o con quienes hablar (Most drugs fort the past thirty years have contained a fertility-inhibiting agent), tiene la particularidad de haberse acercado al mundo del cine mudo y haber intentado descifrar los intertítulos. Más tarde, descubre el Diccionario (The book is called Dictionary. It contains a forest of words) y recibe una impresión tan poderosa que todo su afán de ese momento en adelante consistirá en dominar algo prohibido: leer y escribir.

         Las rígidas normas que imperan en la sociedad ultraindividualista se resumen en unos pocos eslóganes que nadie se cuestiona: Don’t ask, relax; Alone is best; Quick sex is best; y rigen normas como la de la Mandatory Politeness y, sobre todo, los principios fundamentales del Individualism and Privacy que el protagonista transgrede cuando se encuentra, en las instalaciones del zoo, con el tercer personaje principal de la novela: Mary Lou, una mujer que logra sorprender a Bentley cuando ella le dice que esta empeñada en recordar su vida: «I’ve been trying to memorize my life»  «Memorize my life». The phrase was so odd that I said nothing. […] I discovered the word «memorize». And this was the definition given: «To learn by heart», and how strange that was —heart, to learn by heart. I could noy understand it all. And yet the word «heart» seems somehow right, for I know that my heart has always beaten. Always.

         Como se advierte, el planteamiento nos permite colocarnos en la situación de quien descubre el lenguaje escrito y ha de descifrarlo como, en su tiempo, gracias a la piedra Rosetta se descifraron los jeroglíficos egipcios. Las referencias constantes a las películas mudas y a actrices propias de la época, como las ya olvidadas Theda Bara, la primera vamp del cine, apelativo que se deriva de su película A fool there was, de Frank Powell, donde interpreta el papel de una vampiresa, Gloria Swanson y Zasu Pitts, de larguísima carrera, y protagonista de una de las mejores películas de todos los tiempos, Avaricia, de Erich von Stroheim, nos introducen en un ámbito que nos es cercano, del mismo modo que, sabiendo que el autor escribió Gambito de dama, no nos sorprende que en su aventura de descubrir libros aparezcan los manuales de ajedrez que, imaginamos, el autor habrá leído con suma atención, como  «Basic Chess Endings» and the author’s name was Reuben Fine, quien fue campeón de ajedrez en los años 30 y renunció a disputar el trono mundial a Alekhine, muy admirado por Bobby Fisher o  Paul Morphy and the Golden Age of Chess, campeón del mundo oficioso a finales del XIX, quien se retiró a los 21 años.

         Se trata, como se aprecia, de un libro lleno de referencias culturales de todo tipo en una sociedad en la que los protagonistas se preguntan: Why don’t we talk to one another? […] Why can no one read? What happened? Una Sociedad de las que se nos precisa un dato escalofriante que no sé si resistirá el paso del tiempo, porque la acción de Blade Runner estaba fijada en 2019, por ejemplo:  The last book ever published by Random House, once a place of business that caused books to be printed and sold by the millions. The book is called Heavy Rape; it was published in 2189. […] The abolition of reading programs in the schools during the past twenty years has helped bring this about. […] Bob [Spofforth] seems to know almost everything; but he doesn’t know when or why people stopped reading. «Most people are too lazy», he said. «They only want  distractions».

         Detenido y llevado a juicio, Bentley es destinado a una prisión donde ha de realizar trabajos forzados, de donde escapa para, con su nuevo compañero, un gato, desplazarse hacia el norte en un duro invierno hasta que llega a una colonia habitada en la que es hecho prisionero por quienes están dispuestos a arrojarlo al fuego eterno, y del que se escapa por su invocación bíblica. En efecto, se ha encontrado con una secta cristiana que no solo se admira de que él conozca a Jesús, sino de que, para sorpresa de los demás, sepa leer la Biblia, por lo que es tratado a cuerpo de rey y convertido en lector oficial de la secta, que se reúne para escuchar su lectura del texto sagrado.

No tarda mucho en decidir seguir su camino y con un autobús inteligente que no solo interactúa con él, sino que es capaz de leerle los pensamientos, se dirige hacia Nueva York en busca de Mary Lou, quien a esas alturas ya está desarrollando un embarazo que es propiamente una incógnita: I have read a book about having babies and taking care of them. But I have no idea of what it will feel like to be a mother. I have never seen one. Vive con Spofforth, porque fue el robot quien denunció a Bentley para sustituirlo, supuestamente, en el corazón de la joven, a quien atiende con suma deferencia rayana en imposible amor; y es el robot quien la atiende en el parto.

La aparición del autobús es un regalo literario, pero es una lástima que ocurra en el último tercio de la novela que, formalmente, va cambiando cada capítulo de personaje y en el de Bentley se recoge un diario que va escribiendo, aunque le cueste hacerlo.

Este libro es una tentación constante para los cinéfilos, porque Zasu Pitts, hasta donde se me alcanza, no rodó ninguna película titulada The Lost Chord, por ejemplo; pero la referencia que hace a la Swanson:  And I did buy her flowers, at a vending machine. White carnations, like Gloria Swanson wore in Queen of Them All, un título que no responde a ninguna película, sino a un programa de televisión en el que apareció la actriz. Gloria Swanson sí rodó Queen Kelly, de Erich von Stroheim, pero el rodaje en África fue tan accidentado que Stroheim fue despedido y desecharon ese material africano, con una danza de la Swanson en un burdel…La película se estrenó solo en Europa y sin el material africano. Curiosamente, ¡lo que son las vueltas y revueltas de los rodajes cinematográficos!, esas escenas se ven en una película magistral de Billy Wilder, Sunset Boulevard, cuando Erich von Stroheim se las proyecta a la vieja actriz del cine mudo [Gloria Swanson] en su barroca mansión…

No sé si la novela puede considerarse una novela optimista, en la medida en que se recupera, aunque sea muy parcialmente, la lectura y la escritura, pero el protagonista no lo acaba de ver claro: I thought of myself and of Mary Lou, possibly the last generation of man on the face of the earth, in a place with no children and no future. De ahí que tenga una opinión tan negativa del hecho de estar sometidos al control de los robots: I was seeing for the first time what the significance of this dumb parody of humanity really was; nothing, nothing at all. Robots were something invented once out of a blind love for the technology that could allow them to be invented. They had been made and given to the world of men as the weapons that nearly destroyed the world had once been given, as a «neccessity».

En todo caso, y dada la polémica actual en torno a la inteligencia artificial, no está de más considerar un futuro tan distópico como el de esta novela, en la que, de nuevo, como en Fahrenheit 451, se impone, a toda costa, no perder ni la lectura ni el patrimonio cultural que nos define como civilización.

        

2 comentarios:

  1. Sin desmerecer el trabajo de Walter Tevis que no he leído (y probablemente no leeré), me da la impresión que toda la ciencia ficción distópica está cortada por la misma tijera. Claro que igual, el mío, no es más que un comentario desatinado. Gracias de todas formas por tu siempre interesante reseña y escritura de tus lecturas que nos alumbran en su conocimiento.

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    1. Es cierto que por lo leído en el libro de Emilio Pascual me las prometía muy felices y que, al final, la obra no ha dado para tanto; pero ese futuro sin lectura ni escritura ni familias sigue teniendo mucho atractivo. Si se le suman las referencias al cine mudo -del que soy admirador incondicional- y la descripción de ciertos modos de vida singulares, el libro reúne suficientes alicientes como para leerlo. Sin entusiasmar, es novedoso y se lee con interés.

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