viernes, 23 de diciembre de 2022

«Los mejores años de Miss Brodie», de Muriel Spark

 

Biografía parcial de un carácter complejo en la encrucijada moral de los años treinta en Edimburgo: una novela ejemplar.

 

         Habiendo visto la excelente película de Ronald Neame, Los mejores años de Miss Brodie, y habiendo quedado tan complacido con ella y la magistral interpretación de Maggie Smith, no tuve nunca la tentación de acercarme al libro original en el que se basa la película. Ahora se me ha presentado la oportunidad de leer en su lengua original la historia escrita por Muriel Spark, que se ha consolidado como un auténtico clásico de la literatura británica, y me he llevado un auténtico sorpresón, por la calidad literaria de la misma y por la capacidad sintética de la autora para crear un conjunto de personajes cuyas interrelaciones nutren un libro con historias que, a pesar de su notoria especificidad escocesa, o quizás por ello mismo, tiene una dimensión universal.

         Miss Jean Brodie es una profesora muy particular de un colegio para señoritas, el Marcia Blaine, en el que se rodea de una corte de alumnas a las que señala entre todas como las «escogidas», y con quienes mantiene una estrecha relación que va más allá de la relación académica, porque, como ella misma dice:  Give me a girl at an impressionable age, and she is mine for life

    La novela ahonda en las relaciones que se establecen entre las alumnas privilegiadas y su profesora, un mundo cerrado, casi hermético, en el que la lealtad proviene de la admiración hacia quien se presenta ante las jovencitas como un modelo de educadora volcada hacia la perfección y enriquecimiento de la vida personal, más allá de los rigores de los temarios, porque la perspectiva educadora de Miss Brodie privilegia más una forma de ser y de estar en el mundo, volcada hacia la belleza y el arte, que la acumulación de conocimientos. En cierta manera, bien puede verse como un antecedente perverso del descrédito del trabajo duro de nuestros degradados sistemas educativos, esa distinción que se expresa en la novela a través de Miss Brodie, ojo al Miss…, y la directora que le busca las cosquillas, Miss Mackay. Mientras para la primera el estudio tendría una explicación socrática: The word  “education’” comes from the root e from ex, out, and duco, I lead. It means a leading out. To me education es a leading out of what is already there int he pupil’s soul. To Miss Mackay it is a putting in something that is not there, and that is not what I call education, I call it intrusion, from the Latin root prefix in, meaning in and the stem trudo, I thrust. Miss Mackay’s method is to thrust a lot of information into the pupil’s head; mine is a leading out of knowledge, and that is true education as is proved by the root meanin; para la segunda, por muy loables que puedan parecer las motivaciones pedagógicas de Miss Brodie: Culture cannot compensate for lack of hard knowledge.

         Como la obra, a pesar de su brevedad, recoge la evolución de lo que en el original se denomina el set de Miss Brodie, que yo traduzco libremente como la «corte», hay tiempo de sobra para que incluso las jóvenes niñas, abducidas por la fuerte personalidad esteticista de Miss Brodie se den cuenta de sus propias necesidades académicas, aunque es en el ámbito de las relaciones personales, gestadas en el reducto de la confianza e intimidad con la profesora, donde se gesta la traición que acabará con la defenestración de la profesora, sin que esta sepa en ningún momento quién de entre sus leales la ha traicionado de tan vil manera. Por si alguien no ha visto la película ni ha leído el libro, lo dejo como un factor de intriga que no es, ni de lejos, un motivo decisivo para la lectura.

         Desde el comienzo de la narración, Muriel Spark plantea una estructura fluida de la novela en la que vamos a dar constantes saltos en el tiempo, yendo hacia el futuro de las alumnas y volviendo al presente en el que las maneras, los comentarios y las enseñanzas de Miss Brodie lo son todo para unas chiquillas que admiran a la mujer y fantasean sobre su compleja vida amorosa. De hecho, dos de las admiradoras de su corte, Sandy y Jenny, incluso escriben historias sentimentales basadas en las revelaciones de Miss Brodie, como su noviazgo con el joven que supuestamente muere en el frente en la Gran Guerra, y de quien en realidad se ha desentendido cuando regresa lisiado a casa, pero la capacidad idealizadora de Miss Brodie va más allá de toda consideración real. No lo oculta: Art and religion first; then philosophy; lastly science. That is the order of the great subjects of life, that’s their order of importance. Y, sobre todas las cosas, la elegancia que ha de manifestarse incluso en las cosas más nimias, porque ahí sí que su obsesión raya en lo enfermizo: Whoever has opened the window has opened it too wide’ said Miss Brodie. ‘Six inches is perfectly adequate. More is vulgar. One should have an innate sense of these things.

         El sexo ocupa un lugar preeminente en la novela, porque las niñas se sienten atraído por todo lo relacionado con ello y porque un beso a escondidas de su profesora con el maestro de arte, Mr Lloyd, quien escoge a las chicas de su corte como modelos, da pie para unas fantasías que continúan cuando Miss Brodie decide cuidar personalmente del profesor de música, Mr Lowther, quien vive solo y se descuida mucho físicamente. El descubrimiento de la ropa interior de Miss Brodie en casa del profesor formará parte de esas pequeñas cosas que la directora pretende sonsacar a las alumnas de su corte para acumular pruebas que permitan ejecutar la expulsión de Miss Brodie. Y dice mucho de la ingenuidad de esta que, tras haberse dedicado en uerpo y alma al cuidado de Mr Lowther este se case por sorpresa con la profesora de ciencias de la escuela, a quien incluso sus alumnas miran como modelo alternativo al suyo.

         Miss Brodie, sin embargo, es un personaje poderoso y lleno de vitalidad, que ama con pasión el arte antiguo, la ópera, la pintura, la música y todas las manifestaciones que ennoblecen la vida, de hecho Miss Brodie está orgullosa de estar viviendo su prime, esto es, su apogeo vital, algo que repite constantemente a sus pupilas, quienes se interrogan por cómo pueden saber que han llegado a él: It’s important to recognize the years of one’s prime, always remember that. One’s prime is the moment one was born for. Y el suyo, y en eso es de una honestidad tan enternecedora como manipuladora, consiste en dedicarse en cuerpo y alma a la educación de su corte: You girls are my vocation. If I were to receive a proposal of marriage tomorrow from the Lord Lyon King-of-Arms I would decline it. I am dedicated to you in my prime.

         La historia tiene mucho que ver con el engaño, con la traición y con la doblez, porque ni son todo lo que parecen ni viceversa, y en ese juego de relaciones personales que se van viciando, advertimos cómo no todas juegan limpio, comenzando por una de las jóvenes que adquiere mayor protagonismo, Sandy, de quien no tardamos en saber que, en el futuro, profesará como monja de la religión católica, con el nombre de Hermana Helena de la Transfiguración, y que, con toda su experiencia acumulada junto a sus amigas y su profesora, escribirá un tratado psicológico que triunfará y le deparará muchos visitantes interesados en hablar con ella: La transfiguración del lugar común.

         Miss Brodie se presenta como lejana heredera de un munícipe constructor de horcas que, por las noches, se dedica, estamos en el siglo XVIII, a delinquir como salteador de caminos, siendo ejecutado en una de sus invenciones. Un hombre con dos mujeres y con cinco hijos. Esa doblez parece instalarse en los procesos psicológicos no solo de Miss Brodie, sino también de sus alumnas. De hecho, Miss Brodie tontea con los dos únicos profesores del centro y uno de ellos, el de arte, Mr. Lloyd tiene cinco hijos… También sus alumnas preferidas, a las que promete convertirse en la crème de la crème experimentan esa doblez, como la propia hermana Helena, de quien, oportunamente, la narradora nos recuerda la contradicción entre censurar la deriva político-estética de Miss Brodie, quien admira a Mussolini y las coreografías de los camisas negras, como lo haría el propio Marinetti, creador del Futurismo, y, después, a los nazis, y su entrada en la religión católica en un espacio dominada por el calvinismo: Miss Brodie was forced to retire at the end of the summer term of nineteen.thirty-nine, on the grounds that she has been teaching Fascism. Sandy, when she heard of it, thought of the marching troops of black shirts in the pictures on the wall. By now she has entered the Catholic Church, in whose ranks se had found quite a number of Fascists much less agreeable than Miss Brodie.

         Muriel Spark confiesa que se inspiró en una profesora del colegio para niñas al que ella misma fue en Edimburgo, pero el retrato de Miss Brodie quedará para siempre en nuestra memoria como el de una personalidad hundida en sus propias contradicciones y complejidad, aunque amante de la belleza, la lealtad y la distinción. De igual manera que sabe establecer vínculos extraordinariamente sólidos con sus alumnas, basados en el hermetismo de las relaciones privilegiadas, aunque desiguales: It is well, when in difficulties, to say never a word, neither black nor white. Speech is silver, but silence is Golden; no es menos cierto que, como la autora reconoce:  Truth is stranger than fiction.

 

 

 

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