UNAMUNO
ANTIFÁRRAGO
QUINTAUNAMUNO: EL AFORISMO
COMO MÉTODO DE CONOCIMIENTO.
A Pedro González Pozuelo, en el
buen sentido de la palabra, bueno, con amor y gratitud imperecederos.
A pesar de su capacidad de síntesis,
de su laconismo enunciador, y de su grafomanía incurable, Unamuno jamás escribió
un libro de aforismos propiamente dicho. Sembró todas sus obras de ellos,
porque el aforismo era para él un método
de pensamiento y de escritura: diseminación y aforismación, podríamos decir que practicaba, al modo de lo que
ocurre, salvando las distancias y el procedimiento, en los sonetos de Góngora,
Lope o Quevedo, en los que se cambia la aforismación
por la recolección. Es evidente, en consecuencia, que las obras de Unamuno están
llenas de aforismos, propios y ajenos, y si no aparecen más de su autoría en
las inacabables colecciones de aforismos que pueblan la red ello se debe a que
es un autor al que se ha de leer, ejercicio para el que hay muchos menos candidatos
que para leer colecciones de aforismos.
El aforismo sobrevenido, que es el que
nos encontramos en la lectura de una obra de otro género, es quizás más
atractivo por el placer intenso del descubrimiento, y porque acaso, tras el
feliz hallazgo, nos convertimos en poseedores únicos de un bien que no siempre
compartimos con los demás o que, por lo común, reservamos para exhibirlo como
un valiosísimo trofeo de caza en una reunión, usualmente de entendidos, gente
de libros, o donde nos sirva para convertirnos, siempre momentáneamente…, en el
centro de la atención, porque un aforismo no nos inviste del atractivo que solo
se consigue con una sólida formación y una feliz facilidad de cita. No todos
los géneros literarios contienen aforismos, ni tampoco los argumentativos,
salvo que el aforismo sea el método de construcción del discurso, como ocurre en
Wittgenstein, por ejemplo, o en Nietzsche, más cerca éste del fragmento que del aforismo,
no obstante. Hay obras que parecen prometer un caudal constante de ellos como
el Timón chespiriano, y no pasan de
tres los que se encuentran, mientras que otras obras, con temática “sin filósofos”…,
son generosas hasta decir basta, como Romeo
y Julieta, por ejemplo.
Siempre
he admirado en Unamuno el método filológico que ha fundamentado su discurso,
porque tuvo la virtud de no quedarse en el mero juego de palabras, como sí les
ocurre a sus imitadores, sino que supo trascenderlo para expresarnos un
pensamiento individualista, lleno de sugerencias y de provocaciones. Que Unamuno es un ser que vive
con pasión el pensamiento se observa en cada uno de sus artículos y de sus libros.
Para él el lenguaje no es un medio de expresión sino la finalidad de la expresión.
Diríase que él, y nosotros, estamos hechos de la música de las voces, que emergemos
como somos de las ondas musicales de los fonemas que creamos y que recibimos.
En el fondo comparte el lema de Rubén Darío: Ama tu ritmo y ritma tus acciones, por más que poco haya en él de
modernista, ¡y mucho menos de moderno! Contemplar la razón en acción, es decir,
en pasión, de Unamuno a través de sus
ensayos y de sus obras literarias, pero principalmente de los primeros, es un
espectáculo que recomiendo a cualquier lector en ansias de lecturas inflamado.
Unamuno, por fortuna, es uno de los autores que crea adicción, y tenemos la
suerte de que ha sido editado casi al completo en Austral, lo que lo vuelve
asequible –aunque no siempre accesible, eso que quede claro…- para cualquier
maltrecha economía de nuestra doliente crisis.
Lo
que ofrezco aquí es sólo una parte de la antología de aforismos que he hecho de
su obra completa, bajo el titulo de esta entrega. Ingenuo de mí, pensé que
acaso alguna editorial estaría interesada en encajar un esfuerzo intelectual como el presente, pero ya se sabe
que si escribir en España es llorar, publicar es el haznosreír, a propios y extraños.
No entran en esta selección todas las obras de Unamuno, pero sí las suficientes
como para que, a partir de esta antología, cualquiera pueda salir de su lectura
habiendo hecho una aproximación cabal a su pensamiento filosófico, tan
enrevesado y paradójico como provocador y, sobre todo, actual, esto es, eterno,
dada su condición de clásico, adquirida ya en vida. He intentado hacer una selección
en la que quepa una porción representativa del vasto mundo de intereses
intelectuales y vitales por los que se apasionó el autor en vida. Estoy convencido de
que esta antología es una estupenda lección de sabiduría que nos hará expedito
el camino hacia los infiernos del yo. Es incontestable, además, que estos aforismos nos proponen más ideas alentadoras de las que podamos hallar en nuestros afectados contemporáneos, porque son la expresión de una individualidad inalienable e insobornable, forjada en la sana costumbre intelectual de llevar la contraria, de nadar contra corriente y de no casarse ni con tirios ni con troyanos; cada uno de estos aforismos nos da no solo materia de reflexión, sino íntimo conocimiento biográfico de un verdadero combatiente de la verdad que jamás dudó de que era la encarnación de la duda, la inseguridad y la perplejidad, y que nunca le temió al ridículo porque lo protegía la pasión con que vivió su aventura humana, intelectora y social.
DISCURSOS Y ARTÍCULOS (1896-1935)
El verdadero sentido histórico se ahoga bajo
el historicismo de los eruditos; el verdadero sentido político y social bajo la
manía amplificadora de los oradores.
Sólo con el hoy aquí entenderéis
rectamente el ayer allí, y no a la
inversa.
Tengamos vida interior como apoyo
de la exterior; quien no sepa vivir en sí, quien no lleve muchedumbre en su
alma, mal sabrá meterse en la muchedumbre y vivir en los demás.
Las ideas deben tenerse mientras sirven y
sustituirse después con otras nuevas. Hago con ellas lo que con los zapatos:
las uso mientras están útiles; luego las tiro; nunca falta quien las recoja.
No hay peor estallido que el de
los pueblos mansos.
Nos molesta el que nos hace
pensar, no el que da forma a lo que pensamos.
La imaginación es la verdadera
facultad maestra del espíritu.
Ha decaído la imaginación, y tan
decaída está, que se limita a producir lo más rudimentario, lo más tosco, lo
más pobre del ingenio: el chiste.
Tan librea puede ser una blusa como una toga.
No hace la librea el traje, sino el espíritu con que se lleva.
Cuando la obra vale más que el
hombre que la lleva a cabo, es cuando éste es digno de aquélla.
Hay dos cosas a las que no puedo
contestar: a un argumento de solidez y verdad evidentes y a una majadería, y
aún desconcierta más lo segundo que lo primero, pues nada hay tan abrumador
como una gran sandez.
Son pocos los que ven el vigor
mental bajo una corteza de ignorancia y aun de torpeza mental y su vaciedad
bajo una escombrera de conocimientos muertos.
Una de las más frecuentes y
poderosas causas de la hipocresía estriba en la necesidad de aparecer
consecuentes ante los demás.
Para un francés, el discurrir sobre un tema
cualquiera, es un simple pretexto para apurar unos cuantos ajenjos, y para
nosotros una opinión es algo así como un gallo con espolones afilados que debe
siempre pelear.
El hombre que habla como un libro
es incapaz de hacer un libro que hable como un hombre.
El orgullo es de origen divino -o
antidivino, que es lo mismo-; la vanidad es humana.
El humor en ámbitos morales como
el nuestro, hoy es un gran derivativo. Le impide a uno cocerse en su propia
sangre enfebrecida.
El silencio no mantiene secreto alguno. Y como
el secreto hay que mantenerlo, se acude a la mentira. Es la mentira el apoyo
del secreto.
Las más terribles soledades se
fraguan en la niñez del hombre.
El error fundamental está en
creer que los sentimientos derivan de las ideas; las acciones, de las razones.
Nuestra ética suele ser la manera con que tratamos de explicarnos nuestra
conducta. Los hombres no se mueven por ideas o conceptos, sino que inventan las
ideas para explicarse por qué se mueven.
La ironía es la flor de la libertad de
espíritu, es el arma más sutil y más eficaz contra el prestigio -prestigio
quiere decir engaño- del principio de autoridad y contra la disciplina sin
magisterio.
Hay que hacer de la propia vida una obra de
arte.
LA DIGNIDAD HUMANA
Toda la historia humana es la
labor del hombre forjándose habitación humana, toda la civilización tiende a
desasir al Hombre de la Tierra, a libertarle del terruño, a que sea él quien
posea a ella y no ésta a él.
Cuenta el viejo Herodoto que
vituperados unos soldados egipcios por haber pasado a servir a otro pueblo, e
invocándoles el nombre de la patria, contestaron señalando sus partes
genitales: donde va esto va la patria.
¡Cuántas veces no llamamos
nuestras a cosas de que somos poseídos!
“¿Cuál fue antes, el huevo o la
gallina?” Este antes es el sello de
la ignorancia.
El derecho a la atención es lo
que hay que conquistar.
Siempre me ha parecido eso que
llaman urbanidad el disfraz de la indiferencia egoísta.
DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA
La memoria es la base de la personalidad
individual, así como la tradición lo es de la personalidad colectiva de un
pueblo. Se vive en el recuerdo y por el recuerdo, y nuestra vida espiritual no
es, en el fondo, sino el esfuerzo de nuestro recuerdo por perseverar, por
hacerse esperanza, el esfuerzo de nuestro pasado por hacerse porvenir.
¡Queremos bulto y no sombra de
inmortalidad!
El hombre suele entregar la vida
por la bolsa; pero entrega la bolsa por la vanidad. Y la vanidad ¿qué es sino
ansia de sobrevivirse?
La envidia es mil veces más
terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
Es una cosa terrible la inteligencia. Tiende a
la muerte como a la estabilidad la memoria. Lo vivo, lo que es absolutamente
inestable, lo absolutamente individual, es, en rigor, ininteligible.
Siempre resulta que el principio
de la sabiduría es un temor.
El escepticismo vital viene del
choque entre la razón y el deseo.
Los amantes no llegan a amarse
con dejación de sí mismos, con verdadera fusión de sus almas, y no ya de sus
cuerpos, sino luego que el mazo poderoso del dolor ha triturado sus corazones
remejiéndolos en un mismo almirez de pena.
Y si doloroso es tener que dejar
de ser un día, más doloroso sería acaso seguir siendo siempre uno mismo, y no
más que uno mismo, sin poder ser a la vez otro, sin poder ser a la vez todo lo
demás, sin poder serlo todo.
La cantera de las visiones de
nuestro porvenir está en los soterraños de nuestra memoria; con recuerdos nos
fragua la imaginación esperanzas.
El mundo intelectual se divide en
dos clases: dilettantes de un lado y
pedantes de otro.
Hay que saber ponerse en
ridículo, y no sólo ante los demás, sino ante nosotros mismos.
El lenguaje es el que nos da la
realidad y no como un mero vehículo de ella, sino como su verdadera carne, de
que todo lo otro, la representación muda o inarticulada, no es sino esqueleto.
“¿Y qué ha dejado Don Quijote?”,
diréis. Y os diré que se ha dejado a sí mismo y que un hombre, un hombre vivo y
eterno, vale por todas las teorías y por todas las filosofías. Otros pueblos
nos han dejado sobre todo instituciones, libros; nosotros hemos dejado almas.
Santa Teresa vale por cualquier instituto, por cualquier Crítica de la razón pura.
VIEJOS Y JÓVENES
El proteccionismo lingüístico es
a la larga tan empobrecedor como todo proteccionismo; tan empobrecedor y tan
embrutecedor.
“Cada uno de los hombres es único e insustituible”;
he aquí uno de mis mejores aforismos.
Este violento individualismo, acompañado de un
escasísimo personalismo, de una gran pobreza de personalidad, es lo que acaso
explica mucha parte de nuestra historia.
Alguna vez he dicho que donde menos se lee es
donde más hay que temer de las lecturas;
y así puede decirse que donde hay menos ideas es donde más daño pueden hacer
éstas.
Sólo los tontos son de veras
soberbios.
No es instinto de conservación lo
que nos mueve a obrar, sino instinto de invasión; no tiramos a mantenernos,
sino a ser más, a serlo todo.
La carne de que se reviste el
lenguaje es comunal y es externa; engurruñe al pensamiento, lo aprisiona y aun
lo trastorna y contrahace.
VISIONES Y COMENTARIOS
Ni vive vida, verdadera vida
humana -acaso más que humana-, quien no lleva en sí todo un pueblo en perpetua
guerra civil.
Toda teología es una egología.
EL PORVENIR DE ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES
El conocimiento íntimo de lo ajeno es el mejor
medio de llegar a conocer lo propio. Quien sólo sabe su lengua -decía Goethe-,
ni aun su lengua sabe.
¡La Historia! ¡Pocas memorias más
engañadoras que ella!
La riqueza sin arte es barbarie.
¿Qué la historia da vueltas? Sí,
pero en derredor de un quicio. ¿Que cambia? Sí, pero sobre un fondo permanente.
Todo se repite.
Al español, en efecto, no le
gusta mandar, sino ocupar el puesto de mando y vivir de él. Y lucirlo. Y
vestirlo. De mandón tiene muy poco, dígase lo que se diga; mucho más de
mandarín.
ALMAS DE JÓVENES
Lo he dicho muchas veces, y lo repito, y no
por última vez: en el español, la codicia ahoga la ambición.
La existencia no tiene razón de
ser, porque está sobre todas las razones.
Es evidente: los placeres más
exquisitos son los más baratos.
Se ha dicho y repetido muchas
veces que el lenguaje se ha hecho para velar el pensamiento, para mentir; pero,
entre nosotros por lo menos -y digo entre nosotros porque entre los otros no he
vivido-, el lenguaje sirve para ahorrarse el pensamiento; se habla cuando no se
quiere pensar.
Sólo odiamos, lo mismo que sólo
amamos, lo que en algo, y de una u otra manera, se nos parece.
Desconfío del que no lucha, y veo
siempre un mayor enemigo en el que se me somete que en el que me resiste.
Según Bageheot, un inglés de la
clase media, con decir: “¡en mi vida he oído semejante cosa!”, cree haber
refutado un argumento.
El principio de la sabiduría es saber ignorar.
SOLEDAD
Lo primero que se necesita para
escribir con eficacia es no tener respeto alguno al lector, que no lo merece.
Voy a leer el Quijote, pero en
inglés, para ver en él cosas que en castellano me las enturbia y vela el
lenguaje. Gana traducido.
El amor puede vivir de recuerdos
y de esperanzas; el odio necesita realidades presentes.
Los hombres somos impenetrables.
Nadie tiene más acusada
personalidad que aquel que atesora más generalidad en sí, el que lleva en su
interior más de los otros.
Conviene ponerse en guardia,
desde luego, contra la especie de que los militares sientan el patriotismo más
vivamente que los demás ciudadanos, lo cual es tan falso como suponer que los
sacerdotes sean más religiosos que los demás hombres, o que los profesores
tengamos más amor a la cultura que los que no lo son.
Se acaba siempre por simpatizar
con todo aquello que se estudia serenamente y sin prejuicios.
Hay un aforismo terrible, y es aquel que dice:
“Contra un padre no hay razón.” Sí; puede haber razón contra un padre. Contra
lo que no hay razón es contra la verdad.
Vale más el error en que se cree,
que no la realidad en que no se cree; que no es el error, sino la mentira, lo
que mata el alma.
LA AGONÍA DEL CRISTIANISMO
Al azar, que es la raíz de la
libertad.
Lo que más nos une a los hombres
unos con otros son nuestras discordias.
La esencia del hombre es la
pereza, y, con ella, el horror a la responsabilidad.
El cálculo de probabilidades no
es más que la racionalización del azar, de lo irracional.
La idea es algo sólido, fijo; el
pensamiento es algo fluido, cambiante, libre. Un pensamiento se hace otro, una
idea choca con otra. Podría decirse acaso que un pensamiento es una idea en
acción, o una acción en idea; una idea es un dogma. Los hombres de ideas,
tenidos por ellas, rara vez piensan.
Todas las ortodoxias empezaron
siendo herejías.
EN TORNO AL CASTICISMO
Escribe claro el que concibe e
imagina claro.
Los que viven en la historia se
hacen sordos al silencio.
La diferencia sólo se reconoce
sobre un fondo de semejanza.
SOLILOQUIOS Y CONVERSACIONES
Así como uno no es propiamente hijo de quien
lo engendró -cosa muy fácil y sin mérito alguno-, sino de quien lo crió, formó
y educó, poniéndole en el puesto que le corresponde, así una idea no es hija de
aquel que primero la concibió, sino de quien la crió, formó y educó, es decir,
de quien le dio su expresión más adecuada y la colocó entre las demás ideas,
sus compañeras, en el complejo y contexto donde adquiere su valor todo.
La originalidad es eso. No acuñar
moneda, sino saber usarla.
La unidad la da el tono, no el
argumento. No son los escritores fragmentarios los que menos unidad íntima nos
muestran.
El arte literario no es más que el arte de
cocinar ilusiones para que las traguemos mejor y se nos indigesten lo menos
posible.
Superstición, superstitio,
equivale, en el rigor del vocablo, a lo que queda, lo que resta, poso, escoria,
escurridura o escurraja.
Dígase lo que se diga, no es la
verdad, sino la ilusión del deseo, lo que nos hace vivir. Y lo primero es
vivir.
La verdad antes que la paz. Tal
es mi divisa. Y para mayor brillo la he puesto en latín: veritas primus pace.
Pensar es pensar para los demás;
pensar es una función social.
La ironía nace de un cerebro agudo, sutil y
clarividente, regado por un corazón blando; es de almas en las que el
sensualismo ahoga la pasión.
Apenas recuerdo haber dejado de
leer a escritor alguno por las censuras que se le hayan dirigido. Y en cambio
son legión los escritores a quienes no leo por culpa de sus admiradores.
Los más fecundos esfuerzos del
espíritu humano son hijos de la pereza, de la haraganería. El hombre trabaja
para evitarse trabajo, trabaja para no trabajar. Son increíbles los trabajos a
que el hombre se somete por no trabajar.
Para que un pueblo se civilice y
crezca en cultura, importa más que aprenda a consumir que no a producir.
A cada hombre puede juzgársele
por sus lecturas favoritas.
INQUIETUDES Y MEDITACIONES
El dilettante es el monstruo más horrendo y el más dañino a la
sacrosanta y excelsa obra de la cultura humanística.
La independencia del salvaje no
es libertad alguna.
El sentido común es el sentido de
la pereza, el que juzga con lugares comunes y frases hechas, mecánica y no
orgánicamente.
Tampoco hay que olvidar que
degradar las palabras es una cosa y darles elasticidad es otra muy diferente.
No es obligación del escritor
ponerse al alcance del público, sino obligación del público ponerse al alcance
del escritor.
Hay una cierta pedagogía que huye
de las dificultades, huye del verdadero trabajo, huye de la austeridad. Parece
que nos asusta enseñar a los niños todo lo duro, todo lo recio que es el
trabajo. Y de ahí ha nacido lo de que aprendan jugando, que acaba siempre en
que juegan a aprender. Y el maestro mismo que les enseña jugando, juega a
enseñar. Y ni él, en rigor, enseña, ni ellos, en rigor, aprenden nada que lo
valga.
Hay una cierta austeridad que
debe aplicarse hasta en el juego. Hasta la broma debe ser, en cierto respecto,
seria.
Magisterio dice a maestro, lo que
disciplina a discípulo.
La torre de Babel, allí donde se
dividieron los pueblos y se confundieron, al nacer, las lenguas, fue la primera
verdadera patria, no el Paraíso.
La caza es, en efecto, un deporte
para encubrir la poltronería; parece que se hace algo y no se hace nada.
ABEL SÁNCHEZ
El público no gusta que se le
llegue con el escalpelo a hediondas simas del alma humana y que se haga saltar
pus.
No es lo peor no ser querido, no
poder ser querido; lo peor es no poder querer.
¡Ser libre es creer serlo!
Toda proposición general y
solemne enunciada aforísticamente es una sandez.
Todo hombre lleva fuera todo lo
que tiene dentro.
NIEBLA
Yo no defiendo y predico un yo
puro, como el de Fichte, el apóstol del germanismo, un yo que no sea más que
yo, sino que defiendo y predico el yo impuro, el que es todos los demás a la
vez que él mismo.
Lo más liberador del arte es que
le hace a uno dudar de que exista.
Los hombres no sucumbimos a las
grandes penas ni a las grandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías
vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidentes. Y la vida es
esto, la niebla. La vida es una nebulosa.
Casarse es muy fácil; pero no es
tan fácil ser casado.
El aburrimiento es el fondo de la
vida, y el aburrimiento es el que ha inventado los juegos, las distracciones,
las novelas y el amor. La niebla de la
vida rezuma un dulce aburrimiento, licor agridulce.
El sueño de uno solo es la
ilusión, la apariencia; el sueño de dos es ya la verdad, la realidad. ¿Qué es
el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?
¿No es acaso la liturgia toda de
todas las religiones un modo de brezar el sueño de Dios y que no despierte y
deje de soñarnos?
Las mayores groserías son las
llamadas involuntarias, y la grosería de las groserías distraerse delante de
personas.
La muchedumbre es como un bosque;
le pone a uno en su lugar, le reencaja.
La risa por la risa misma me da
grima, y hasta miedo. La risa no es sino la preparación para la tragedia.
La broma que no es corrosiva y
confundente no sirve para nada.
Cuando el hombre aúlla, grita o
amenaza le entendemos muy bien los demás animales. ¡Como que entonces está
distraído en otro mundo!... Pero ladra a su manera, habla, y eso le ha servido
para inventar lo que no hay y no fijarse en lo que hay. En cuanto le ha puesto
un nombre a algo, ya no ve este algo, no hace sino oír el nombre que le puso, o
verle escrito. La lengua le sirve para mentir, inventar lo que no hay y
confundirse.
EL OTRO
El camino para odiarse es verse
fuera de sí, verse otro.
Se miente cuando se dice la
verdad en que no se cree.
¡Cómo les pesa su honradez a los
honrados! Tanto como su vicio a los viciosos.
EL HERMANO JUAN
El hombre varón que se sienta de veras hombre,
se siente a la vez padre e hijo y hermano, y se siente madre también. Los
hombres verdaderamente padres se sienten madres; sienten la comezón y hasta el
escozor de sus tetillas atrofiadas.
Vale más hacer sin saber nada que
saber sin hacer cosa.
Acostumbraos los unos a los
otros, que es más que amarse.
SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR
A lo hecho pecho, y a otra cosa,
que no hay peor que remordimiento sin enmienda.
CÓMO SE HACE UNA NOVELA
La soledad es el meollo de
nuestra esencia, y con eso de congregarnos, de arrebañarnos, no hacemos sino
ahondarla.
¡Estar conformes! ¡bah!; hay
animales herbívoros y hay plantas carnívoras. Cada uno se sostiene de sus
contrarios.
Dentro de la carne está el hueso
y dentro del hueso el tuétano; pero la novela humana no tiene tuétano, carece
de argumento. Todo son las cajitas, los ensueños. Y lo verdaderamente novelesco
es cómo se hace una novela.
Nada dura más que lo que se hace
en el momento y para el momento.
La razón es aquello en que
estamos todos de acuerdo, todos o por lo menos la mayoría. La verdad es otra
cosa, la razón es social; la verdad, de ordinario, es completamente individual,
personal e incomunicable. La razón nos une y las verdades nos separan.
Lo acabado, lo perfecto, es la
muerte y la vida no puede morirse. El lector que busque novelas acabadas no
merece ser mi lector; él está ya acabado antes de haberme leído.
Todo lector que sea hombre de
dentro, humano, es, lector, autor de lo que lee y está leyendo.
¡Gran maestro de vida de
pensamiento el tute! Porque el problema de la vida consiste en saber
aprovecharse del azar, en darse maña para que no le canten a uno las cuarenta,
si es que no tute de reyes o de caballos, o en cantarlos uno cuando el azar se
los trae. ¡Qué bien dice Montesinos en el Quijote:
“paciencia y barajar”! ¡Profundísima sentencia de sabiduría quijotesca! ¡Paciencia
y barajar! Y mano y vista prontas al azar que pasa.
Una novela, para ser viva, para
ser vida, tiene que ser, como la vida misma, organismo y no mecanismo.
Juega uno con eso del libro del
hombre y el hombre del libro, pero ¿hay hombres que no sean de libro? Hasta los
que no saben ni leer ni escribir. Todo hombre, verdaderamente hombre, es hijo
de una leyenda, escrita u oral. Y no hay más que leyenda, o sea novela.
En el arte supremo de aprovechar
el azar, la superioridad del jugador consiste en resolverse a abandonar a
tiempo la partida para poder empezar otra. Y lo mismo en la política y en la
vida.
PRÓLOGO A SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR Y TRES HISTORIAS
MÁS
Sí, malo será que una lengua sin
manos ose hablar, pero es peor acaso que unas manos sin lengua se atrevan a
obrar.
El corazón tiene también su luz
-me lo dice el lector, ese desconocido-, que sube a las niñas de los ojos, y
éstos miran para ver y no para no ver -invidere-,
no para envidiar, no para des-ver, no para aojar o hacer mal de ojo. Y hay quien
al mirar así ilumina lo que mira, y lo admira.
AMOR Y PEDAGOGÍA
Los pseudónimos y los motes son
más verdaderos que los nombres legales, ya que apenas hay cosa legal que sea
verdadera, y la que verdadera resulte será a pesar de su legalidad, jamás
merced a ella.
Nadie puede ser maestro de sus
hijos, nadie puede ser padre de sus discípulos.
Cuando oigas a alguien decir que
es el sentido común el más raro de los sentidos, apártate de él; es un tonto de
capirote.
No frecuentes mucho el trato con
los sensatos, pues quien nunca suelte un desatino, puedes jurarlo, es tonto de
remate.
Huye de los hechólogos, que la
hechología es el sentido común echado a perder, echado a perder, fíjate bien,
echado a perder, porque lo sacan de su terreno propio, de aquel en que da
frutos comunes, pero útiles.
Que no te clasifiquen; haz como
el zorro que con el jopo borra sus huellas.
¿De dónde ha nacido el Arte? De
la sed de inmortalidad.
Lo verdaderamente grande se
envuelve en lo ridículo; en lo grotesco, lo verdaderamente trágico.
El ergo, el fatídico ergo es
el símbolo de la esclavitud del espíritu.
Tal es la miserable condición
humana, que no queda otra salida que o reírse o dar que reír como no tome uno
la de reírse y dar que reír a la vez, riéndose de lo que da que reír y dando
que reír de lo que se ríe.
VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO
Lo sobrehumano de la perfección
toca en lo inhumano, y en ello se hunde.
Te debe importar poco lo que
eres; lo cardinal para ti es lo que quieras ser.
Pocas cosas elevan más a Don
Quijote que su desprecio de las riquezas del mundo.
Castigo que no va seguido de
perdón, ni se endereza a otorgarlo al cabo, no es castigo, sino odioso
ensañamiento.
A la perfección se llega imitando
a hombres y no tratando de poner en práctica teorías.
Ésta es la verdad pura: el mundo
es lo que a cada cual le parece, y la sabiduría estriba en hacérnoslo a nuestra
voluntad, desatinados sin ocasión y henchidos de fe en lo absurdo.
Sin vida interior no la hay
exterior.
Un hombre sucio será siempre algo
más que un cerdo limpio.
Sólo el que ensayalo absurdo es
capaz de conquistar lo imposible.
Estoy harto de oír llamar
inoportunas a las cosas más oportunas, a todo lo que corta la digestión de los
hartos y enfurece a los tontos.
Si la vida es sueño, ¿por qué
hemos de obstinarnos en negar que los sueños sean vida?
Cuando la locura se acompaña de
la seriedad, reálzase y se eleva mil codos sobre la cordura retozona y
burladora.
Así como el valor es el padre de
las visiones, así la cobardía es la madre de los embustes.
La vanagloria es, en el fondo, el
terror a la nada, mil veces más terrible que el infierno mismo.
La esperanza es la flor del
esfuerzo del pasado por hacerse porvenir, y ese esfuerzo constituye el ser
mismo.
Lo absolutamente individual es lo
absolutamente universal.
Dije que sólo el héroe puede
decir “yo sé quién soy”, y ahora añado que todo el que puede decir “yo sé quién
soy” es héroe, por humilde y oscura que su vida nos parezca.
El triste dejo del triunfo es el
desencanto.
La verdad es lo que hace vivir,
no lo que hace pensar.
No hay, en efecto, tonto bueno;
el tonto, y más si es amigo de burlas, rumia el pasto amargo de la envidia.
EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA
Repensar los más molidos lugares
comunes es la más honda filosofía y el único modo de apagar su maleficio.
Es una ciencia divina la ciencia
de la ignorancia; es más que ciencia, es sabiduría.
Vale más ser ola pasajera en el
Océano que charco muerto en la hondonada.
Tu vida es ante tu propia
conciencia la revelación continua, en el tiempo, de tu eternidad, el desarrollo
de tu símbolo; vas descubriéndote conforme obras.
No te creas más, ni menos ni
igual que otro cualquiera, que no somos
los hombres cantidades. Cada cual es único e insustituible; en serlo a
conciencia, pon tu principal empeño.
Quien no conoció la inquietud
jamás conocerá el descanso.
Sólo en la sociedad te
encontrarás a ti mismo; si te aíslas de ella no darás más que con un fantasma
de tu verdadero sujeto propio. Sólo en la sociedad adquieres tu sentido todo,
pero despegado de ella.
El que calienta las ideas en el
foco de su corazón es quien de veras se las hace propias.
El modo como uno vive da verdad a sus ideas, y
no éstas a su vida. ¡Desgraciado del que necesite ideas para fundamentar su
vida!
Es la realidad quien hace las
apariencias.
Escudriñad la lengua, porque la
lengua lleva, a presión de atmósferas seculares, el sedimento de los siglos, el
más rico aluvión del espíritu colectivo.
EL ESPEJO DELA MUERTE
¡Qué cosa tan terrible es el
nombre! Es el pulpo de la inteligencia.
Nadie me ha hecho más daño que
los que decían hacérmelo por mi bien.
DIARIO ÍNTIMO
Aturdirse en el trabajo; he aquí
la última máxima del mundo.
¿Cabe en el sentimiento exceso?
Donde el exceso es dañino es en la razón.
No es lo mismo obrar el bien que
ser bueno.
El fin del hombre es hacerse
feliz, verdaderamente feliz, no culto ni exquisito.
DE FUERTEVENTURA A PARÍS
El hombre avisado hasta
improvisando dice cosas de sustancia.
No hay nada más desatinado que un proceso
militar. El juez militar suele ignorar hasta el valor de las palabras del Código.
Y es que el colmo del absurdo es erigir en jueces a los verdugos, o querer
discurrir con el puño.
A nadie se le escapa sino lo que
lleva dentro.
Las mentiras se enredan como las
deudas del tramposo.
LA NOVELA DE DON SANDALIO, JUGADOR DE AJEDREZ
El hombre más tonto es el que se
muere sin haber hecho ni dicho tontería alguna.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA LITERATURA
HISPANO-AMERICANA.
Diríase que el animal simbólico
de España no es el león que figura en el escudo, sino el toro; el toro,
entusiasmo de las muchedumbres; el toro que embiste ciegamente, lleno de
bravura; pero al que engaña con un trapo un hombre mucho más débil que él, pero
muchísimo más inteligente, aunque no lo sea mucho.
El sable se alía con el hisopo;
con la vara de medir, jamás.
Cada nuevo amigo que ganamos en
la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece, más aún que por lo que de él
mismo nos da, por lo que de nosotros mismos nos descubre.
Hay almas que tienen las raíces
al aire: ¡desdichadas! Las hay que no tienen raíces: ¡más que desdichadas!
Ser consecuente suele significar
las más de las veces ser hipócrita. Y esto llega a envenenar las fuentes mismas
de la vida moral íntima.
La paradoja suele ser el modo más
vivo y más eficaz de transmitir la verdad a los torpes y a los distraídos, y,
sobre todo, al pueblo.
El pensamiento se hace según se
piensa, y el espíritu sincera y sanamente enamorado de la verdad, no puede
saber nunca de antemano adónde han de llevarle sus pesquisas.
La consecuencia en el pensar no
cabe más que en el dogmático, en el que conserva la mente en equilibrio
estable; es decir, petrificada.
No quiero más método que el de la
pasión; y cuando el pecho se me hinche de disgusto, de repugnancia, de lástima
o desprecio, dejo que del cogüelmo del corazón hable la boca y salgan las
palabras como salieren.
La ciencia quita sabiduría a los
hombres y les suele convertir en unos fantasmas cargados de conocimientos.
Nuestros defectos, los que llaman
los demás nuestros defectos, suelen ser la raíz de nuestras preeminencias; los
que se nos moteja como nuestros vicios el fundamento de nuestras virtudes.
Casi todos los grandes
apasionados que conozco en la historia del pensamiento humano, contando al gran
africano de que hablé antes, han sido conceptistas, han vertido sus ansias, sus
anhelos, en antítesis, en paradojas, en frases que, a primera vista, parecen no
más que ingeniosas.
La arbitrariedad, la afirmación
cortante porque sí, porque lo quiero, porque lo necesito, la creación de
nuestra verdad vital -verdad es lo que nos hace vivir-, es el método de la
pasión.
Película es lo mismo que “pelleja”, y peliculear una obra
literaria es despellejarla.
Uno de los fines del arte, acaso
el principal, es levantarnos sobre la vulgaridad y libertarnos de ella.
Los políticos rara vez son de
exportación y es cosa que se presta a comentarios el que cuanto dicen y
escriben resulte solemne vulgaridad o tontería fuera de las fronteras de su
patria o pasados pocos años de su muerte.
Los artistas y las gentes de
letras no deben olvidar nunca aquella profundísima sentencia de Gounod: la
posteridad es una superposición de minorías.
La más honda labor política suele
ser precisar expresiones.
LA VIDA LITERARIA
El releer me quita el leer de
nuevo. Y es quelas obras eternas son las más nuevas y lo más pasado lo de más
porvenir.
Los libros más autobiográficos
son las biografías que unos hombres escriben de otros.
La objetividad es una mentira tan grande como
la actualidad.
El orfeón es una de las
invenciones más profundamente conservadoras y uno de los cimientos del orden.
Cuando quiero descansar el
espíritu me dedico a alguna investigación erudita. Después de haber estado
coleccionando las variantes del adverbio entonces
en el Fuero Juzgo, pongo por caso, se
duerme tan ricamente. Casi tan bien como después de haber visto un drama del
teatro poético.
Cuando las ideas escasean y aun
las escasas andan confusas, lo menos malo que se puede hacer es jugar con los
vocablos. Que no es lo mismo que jugar del vocablo. El jugar con los vocablos a
la pelota hasta reventarlos y que suelten sus tripas -tripas de idea-, es muy
otra cosa que jugar del vocablo haciendo calambures -passez-moi
le mot- y camelos.
Cuentan de un vasco que
disputando una vez con un noble M., como éste le dijera: “¡Nosotros los M.
datamos del siglo IX!”, el vasco replicó: “¡Pues nosotros los vascos no datamos!”
Ya que es sabido que somos los mayorazgos de Adán y venimos de él por línea
derecha y sin torcedura.
Las cosas más profundas de
lenguaje suelen decirlas los niños, pero es porque son los que más libremente
lo crean. El lenguaje más vivo es el infantil. Y por eso hay tan poco
escritores que sepan hacer hablar a los niños. Porque el niño habla, crea, y el
escritor escribe, entierra lo creado.
El que ha sido de verdad niño lo
será siempre y sus canas, cuando envejezca, tendrán blancura de niñez.
Los libros nos depuran las
locuras.
Son las gentes de libro las que
más se pronuncian contra los libros. Han sido los bíblicos quienes más
bibliotecas han quemado. Los hombres de un solo libro -viri unius libri-, los monobiblistas, han solido ser los enemigos
de los libros.
Para un hombre inteligente nada
hay más difícil que hacer el tonto.
En rigor la genialidad no es más
que la infantilidad, la niñez del espíritu. La cual, a su vez, no es más que la
originalidad.
La ironía es lo que más temen los
beocios de todas clases.