Los torturados
caminos expresivos del reto poético: Previa
posición o cómo rendirse al amor desde la gramática
JUAN POZ
P Ó
R T I
C O
Tú, en la mañana
¡Qué suavemente azulea en tus ojos
abrasado el ámbar
al ascender del sueño!
¡El orbe todo, entonces,
qué blandamente se abraza a tu cuerpo
con vocación de nácar,
con ambición de fuego!
Tú, en la tarde
Tu envoltura de tardío celofán
rasgué como los rayos la sangre
inundada que te desborda
por sentir tansitivo el soplo
que la niebla humedece y forja:
Matiz tu mirada de amatista
detuvo de la sombra el vuelo
y amante engendró la luz
delicada que por mi cuerpo
aviva y agota infiernos.
Tú, en la noche
Qué sepa yo del sueño
privado en que te internas,
ese mar tan extraño
que gobiernas sin gesto,
tu presencia tendida,
tesoro es de indecisa
dulce luz que recuento
en ábacos de sombra
desde esta oscura orilla
desierta como el tiempo
que nutres fugitiva.
A ti
¿Por quién sino a ti
celebro las horas
vagas y ofrendo
verdes mis vísceras
rotas de esperanza?
¿Por quién
olvido los nombres,
resortes inhumanos,
los tiempos, las noches,
los inertes espacios
y amo en el cosmos
de la tibieza
con la pereza
tierna de los lobos
sino a ti?
¡Por quién sino a ti
convoco el clamor
y ofrezco el aire,
el último aire:
tu cuerpo en mi voz?
Calcinado y sediento
(El viento pasea por mis llagas
y aposenta su origen nevado
en el delgado hilo de las pestañas)
Ante ti desmorono
mi barro reseco.
Ante ti
el foso de la orquesta:
una viola de amor
aullando estremecida
cuando tu mano golpea
los nudos de seda
vueltos colas de escorpión.
Cercado de fuego,
sólo tu mano pautada
detiene el veneno
que silencioso se derrama
ante ti
como el bronce dormido
que amanece campana.
Bajo ti
Bajo ti las aguas detallan
nubes perezosas,
insomnios recientes del amar
sin lenguas reticentes.
De altas rocas
jalonando tus riberas
precipito mi vuelo airado:
bajo ti los cielos enmarcan
de espuma mis alas constantes.
¡Cima lejana tu cuerpo!
Ese cuerpo distendido que presiente
mi asechanza cetrera.
Tu preciso contorno distante
herido en mi ojo se ensancha
para cubrir de brumas la rosa
deshojada del viento que me arrastra
bajo ti sin alcanzarte:
¡Tú, elástica cumbre deseada!
Nadie más hermosa que tú
ni discreta, nevada señora
de anochecida cumbre luciente.
Cabe ti
en el vuelo de tus haldas
respirando mi fortuna:
amarte a tus ojos dulces
siervo callado y distante...
No hubo ciervos milagrosos
ni misteriosos elixires:
tu imagen sola redobló
la fuerza de mis brazos tuyos.
Cabe ti
por extrañas tierras rindiendo
mi corazón a tu nombre vasallajes
de fantástico y míticos caballeros
cuya virtud los siglos admiraron.
Con ti el discurso
libera sus masas
graníticas de incienso
y asciende rabioso,
henchido de sangre,
hacia el fundamento
ignoto de sus venas.
Con ti el laberinto
ordena la sierpe
azogada de sus vidrios
y disuelve el mito:
manso y arrepentido
pace el minotauro
por los pastos de la muerte.
Los mismos perfiles
mellados,
glaciares
de labios nublados
contra ti
sembrando sombras
hambrientas,
vertiginosos
latidos doloridos.
Las reinas y voraces
promesas
ingenuas
en reunidas cortes
contra ti
negando altivos
y apacibles
paraísos
de blandas luces.
De ti
Escindido, lejos de ti, aumenta
lo invisible y frío.
Me sé disperso como la espuma
encabritada dele río.
Siento ¿acaso desde mí? La fuerza
gravitar insomne
conduciendo los signos del azar.
Espero, fuera de ti, deseo,
desplegar mi abrazo.
Levar las anclas del miedo
A ser este polvo distante
que el viento complica
aquilatando en tu recuerdo mi sangre.
Desde ti
Pudo con todo en su batida
feroz por mi ser entregado
el torrente incisivo y turbio
alimentado desde ti, alentado
con la urgencia terrible del miedo
a los días transparentes del olvido,
a las noches tupidas de la memoria.
Y si arrasó la amorosa trabazón
de soledades y euforias
y si anegó en espumas bulliciosas
la caricia enjuta del corazón
¿qué surgirá desde ti, entonces,
cuando vaporosos nos desconozcamos
por las regiones lucientes de los astros?
En ti
En ti
los colores del negro
civil,
los perfumes del hastío
y ese deje virginal
del rojo
que domina los ponientes.
Nadas contra corrientes
de luz
azul
que inundan el ámbito
de tus ojos ávidos,
grises
de aburridas cenizas.
Colmas
las disfrazadas horas
de distancia que invento,
febril,
desde la desolación
donde habitas fingiendo
morir.
Entre ti
Entre ti,
abrumado de dioses
mudos,
refugio asolado
las iras encanecidas,
fuego vestal
de la impotencia humana
bramando airado,
acosado, absorto y abatido:
La palidez del agua domina
mi gesto en tu carne fronteriza.
Hasta ti
Copó las dimensiones,
amor, perceptibles a los sentidos
para llegar hasta ti:
Tú, ajena a razones,
envuelta siempre en vuelos misteriosos.
Hacia ti
Esfuerzo mítico, el fluir
de tu sangre original
extirpando acentos del morir,
de negro hondón y cierto
me rescató impávido
cuando hacia ti la mirada
enajenada del destierro volví.
Para ti
Demora, enajenada,
el mágico vuelo
arrebatador de las harpías
no me lleven de sus labios
hechizado en sus ojos
y desgarrado el corazón
en sus manos azoradas.
Gana para ti lo todo
vivo que lata humedecido,
no lo disperse el viento
desde el nido encumbrado
derramando en tu dominio
lo líquido de mi olvido.
Por ti
Vivir por tus ojos
desnudo
en el jardín confuso
de tu mirada
y vivir por ti dormido
como en la realidad el sueño.
Crecer insospechado
por tu cuerpo y silencioso
como las aguas
al arrimo de redes
derramadas
y crecer por ti germinal
como en el sueño la realidad.
Según ti
Orden indispuesto
mis pasos,
por el eco de tus pies imaginarios,
venzo las celosías del viento
sin saber si existes o son misterios
según ti alentados por mis ojos
cuando araño apenas si reflejos
y tú en mi torno trazas sombras entreveradas
de límites borrosos, quizá besos.
Sin ti
Me dejas sin ti si entierras
en tumbas desconocidas
también el gesto de tus ojos libres.
Agolpo a penas el eco,
los residuos de ciertos verbos
y el poco coraje inédito
que sobrevive en desconcierto
desconociendo el luto
riguroso de tu silencio.
Me quedas sin ti sumido
en la noche de las noches:
cuando estática la arena avanza
del desierto de los desiertos:
la ausencia de tu mirada.
So ti
So ti, sojuzgado,
de indesmayable impulso
de amor afronto
tu ser irreparable,
y si fuera en libertad
vuelo de flecha
incendiando los espacios,
el blanco de tus ojos,
territorio deseado,
tumbaría mi destino
sin correr otra sangre
que la blanca y transparente
de tu mirar espejado.
Sobre ti
Frágil vuelo fue
y asombro constante
divisarte inmensa
desde mis alas.
Latiendo sobre ti,
piélago turbulento,
¿quién dio vida
A quién, confundidos
nuestros cantos,
inmersa en tu tiniebla
mi sombra abrasada?
Tras ti
Todo tras ti,
absoluta,
fluyendo efusivo:
el tiempo, el ser, el agua,
la fe del fuego.
Todo de mí,
absoluto,
librando muerte
por darte vivo
no el recuerdo,
sí mi sangre.
Tras ti tiembla
definitivo el cosmos,
definitiva
mi carne.