viernes, 11 de marzo de 2022

«Cutting Edge», cuentos de terror escritos por mujeres y seleccionados por Joyce Carol Oates.

 

Una variada e interesante  muestra del cultivo femenino de un género escabroso.

 

         Creo que aún no lo han traducido al español, pero cualquiera que domine el famoso intermediate level del inglés, tan común a la mayoría de españoles, entre los que me cuento, no creo que tenga especiales dificultades para apreciar una colección de historias relacionadas con el terror, el horror, el misterio y el crimen. El rasgo distintivo de la antología es que, para un género tan tradicionalmente asociado a los hombres, solo se han seleccionado mujeres, y la antóloga, en su introducción, trata de indagar en si realmente la mujer aporta una nueva visión a dicho género. Es evidente que si la mujer en las historias de terror ha jugado un papel casi meramente decorativo, el de víctima, en esta colección asume un rol totalmente distinto, porque se convierte en victimaria, usualmente en un contexto en el que, como no podía ser de otro modo, sus acciones violentas responden a agresiones, usualmente de carácter sexual, que suelen justificarla, aunque, como sucede en el primer cuento, One of these nights, también observamos la aparición de la maldad gratuita, sin justificación ninguna, lo cual la convierte en un retrato de la deshumanización que se ha enseñoreado de ciertos adolescentes usamericanos, ajenos a todo principio moral .

         La diversidad temática y estilística convierte el volumen en una singular aproximación al género, porque permite conocer cuáles son las tendencias actuales dentro del género. Desde la narración ilustrada hasta la poesía cómico-macabra de Margaret Atwood, pasando por una ensoñación fantástica del asesinato del Prime Minister en el 10 de Downing Street, la muy destacada aportación de la propia Carol Oates, las historias tienen enfoques muy distintos y en ella se recoge desde una retorcida invención acerca del  movimiento Black Lives Matter, OBF, Inc., de Bernice L. McFadden, algo así como «ponga un amigo negro en su vida» para evitar ser acusado de racismo en caso de agredir a algún negro en cualquier circunstancia, hasta dos historias abroad, esto es, de americanas en Florencia y Roma. La primera, An early Specimen, de Elizabeth McCracken deriva hacia una fantasía antropológica con aire gótico y la segunda se adentra en el motivo de la venganza hacia un exhibicionista sexual que agrede a una  de las inquilinas de la finca en cuya azotea vive ese ser deforme y decarado, Il griffone, que es el título del cuento de Valerie Martin.

         La suerte de los volúmenes de cuentos es que ninguno se eterniza de tal modo que se nos caiga el libro de las manos. Si alguno nos parece especialmente flojo, no perdemos la esperanza de que el siguiente nos deslumbre y nos compense por el aburrimiento sufrido con anterioridad. No es el caso de la presente compilación, desde luego, y ahí se advierte el buen gusto de la antóloga, quien se ha guiado por un sólido criterio de experta narradora y sagaz crítica. Su introducción a los cuentos puede considerarse modélica, porque se centra en poner de relieve lo que el hecho de ser mujeres aporta al género como singularidad creativa. Está claro que la dedicación de la mujer al género no es exclusiva de las nuevas generaciones, y ahí están los casos de Agatha Christie o de Patricia Highsmith, por ejemplo, pero un volumen con 15 escritoras dedicadas a esos negros menesteres de la muerte, la violencia y el terror habla a las claras de la naturalidad con que las escritoras lo han integrado en el horizonte de sus expectativas creadoras.

         Aunque en todo el volumen solo hay una «investigadora» clásica, la presencia de protagonistas con otras inclinaciones, como en The boy without a Bike, una narración de corte hiperrealista en la que una lesbiana que ha roto con su pareja se presenta en la caravana donde vive su ex con su hijo para tratar de averiguar qué ha pasado con la bicicleta que le había regalado. Allí entra en contacto con el padre del mejor amigo del niño, quien encarna todos los prejuicios contra la homosexualidad que puedan imaginarse, lo que lo lleva a prohibirle a su hijo que se junte con ese niño para evitar ser «pervertido». El desarrollo de la historia, a pesar de su realismo crudo, sorprende a los lectores por un giro que me abstengo de desvelar.

         En términos generales, todas las historias están bien construidas, como la muy sorprendente Too Many Lunatics, de Lucy Taylor, una de las mejores historias del volumen, en la que una mujer exaltada y justiciera se lanza, en una noche de tormenta, a la búsqueda de su hermana, con quien no mantiene una buena relación, por más que ella se empecine en jugar el papel de su salvadora, una actitud que ella llevará, literalmente, al más desgarrador de los extremos, ante el horror de su «extraviada» hermana. Quizás una característica de esta historia pueda convertirse en general de todo el volumen: la riqueza de los detalles en descripciones, lo que permite a los lectores representarse a la perfección las escenas.

         Miss Martin, de Sheila Kohler, es una narración de corte hitchockiano que tiene como trasfondo los abusos sexuales que ha sufrido una hija a manos de su padre, y en la que la presencia de la nueva esposa del empresario, su archieficiente secretaria para todo, va a generar una relación con la hijastra muy distinta del modelo tradicional que se podría suponer. Si en el terror masculino los hombres se alían contra la mujer de todas las formas imaginables, ¿por qué en estas historias no habrían de tejer las mujeres idénticas alianzas?

         No sé si alguna editorial estará al tanto de esta publicación, de 2019, pero harían bien, dado el crédito de la antóloga y la presencia de Margaret Atwood entre las aportaciones al volumen, en ordenar traducirla para ponerla al alcance de los lectores interesados, máxime si tenemos en cuenta que el número de lectoras es muy superior al de lectores…