sábado, 18 de octubre de 2014

El protoaforista europeo: Francesco Guicciardini.

                                                          


Los Ricordi politici e civili * de Francesco Guicciardini,  primer crítico de Maquiavelo**.

             Por los cerros ubetenses, por los que suele discurre buena parte del camino de una investigación filológica, he hallado, con el hato de mis fichas y asteriscos al hombro, este atajo hacia los orígenes del género en la Europa revuelta de los tiempos de Fernando el Católico. Francesco Guicciardini tuvo una vida rocambolesca, llena de los lances habituales en una época en que algunos territorios  anochecían franceses y se despertaban aragoneses, y en que una persona pasaba de la cárcel al gobierno de una región.
Hijo de un embajador florentino ante la corte de Milán y apadrinado por Marsilio Ficino, ¡que ya es aval!, estudió Derecho y, después de estudiar en Padua, se doctoró en Pisa. Partidaria, Florencia, de Luis XII de Francia, contra quien movió guerra el papa Julio II en alianza con Fernando V de Aragón y Enrique VIII de Inglaterra, Florencia decidió enviar un embajador que mediara ante Fernando V. Salió elegido nuestro aforista, a pesar de su juventud. En enero de 1512 salió de Florencia y tras ocho días de viaje, llegó a Burgos. De ese viaje, de casi dos años de duración, se conserva una narración en la que, luego lo veremos, Guicciardini nos ofrece un retrato, lleno de agudeza psicológica e histórica, de la España de los inicios de su andadura como estado.
         Florencia fue derrotada por la Liga, tras la muerte en Rávena del “general” Gaston du Fox. Los Médici, con la ayuda de la Liga, volvieron al poder del que habían sido expulsados 12 años antes. Julio, el hermano del Papa León X, cuyo mecenazgo artístico es uno de los grandes capítulos del arte en Europa, se convirtió en un  tirano. León X nombró a su sobrino Lorenzo, pero no se enderezaron los asuntos de estado.  Por esa misma época de la embajada de Guicciardino, Fernando V tomó Navarra con al apoyo de bulas ad hoc,  primero de Julio II y luego de León X, que justificaban la anexión. Como Fernando V trataba sobre los asuntos de Florencia con el Nuncio del Papa, Guicciardini pidió permiso para regresar. Salió de España en octubre de 1513 y por el camino, que iba a ser más largo para conocer el país, le llegó la noticia de la muerte de su padre. Aceleró, pues, el regreso y llegó a Florencia en enero de 1514. En agosto de ese mismo año fue elegido miembro de la Bailía, la corporación que gobernaba la república. Como fue elegido por los Médici tuvo enseguida en su contra a los nacionalistas florentinos que quisieron enemistarlo con Lorenzo de Médici para buscar su ruina. Ocurrió lo contrario. Cuando León X llegó a Florencia y trabó conocimiento con Guicciardini, no dudó, dada su valía, en llevárselo con él a Roma, facilitándole una exitosa carrera gubernamental al servicio de tres papas diferentes que fueron renovándole la confianza.
         Nuestro ambicioso hombre de gobierno, en parte maquiavélico aun a su pesar, creyó que sería capaz de gobernar en Florencia por la persona interpuesta de Cosme de Médici, después de haber defendido a Alejandro ante Carlos V, ganándose la admiración del Emperador por su elocuencia, y después de proponer a Cosme tras haber matado Lorenzo de Médici a su hermano Alejandro. Cosme, sin embargo, prescindió de sus servicios y a Guicciardini no le quedó otras sino retirarse a una alquería de su propiedad y, donde murió en 1540 a la edad de 57 años después de haber sido testigo y notario de una turbulenta época de la historia europea. Su conocida, y reconocida, dimensión de historiador, tanto por su Historia de Florencia como por su magna Historia de Italia compite con la de aforista y la de cronista, pero a mí me ha interesado lo segundo y me ha sorprendido lo tercero.
         De su polémica con Maquiavelo, a quien consideraba un idealista utópico, acaso en otro momento pudiéramos ocuparnos, sobre todo porque el realismo de Guicciardini no deja de sorprendernos al ponerlo en  relación con su biografía maquiavélica al servicio del poder de los Médici tanto en el papado como en Florencia, si no es uno y lo mismo.
         Mi interés prioritario son, como saben bien mis intelectores, los aforismos -¡la tesis que no cesa…!-, que en esta ocasión citaré directamente en italiano, porque es la edición que encontré en la red, aunque hay traducción en español. Pero no me resisto a ofrecer unas pinceladas de la visión que de España tenía un viajero ilustrado, aunque joven, el mismo cuyas teorías políticas se basaron en la contemplación directa de la acción de gobierno del Rey Católico, a quien Gracián, más de un siglo después, convirtió en El Político, en la suma de las virtudes del arte de gobernar y espejo de príncipes, por decirlo en expresión típica de los manuales de los siglos XVI y XVII, con los que lidio.
         La visión de España que nos ofrece Guicciardini no es muy halagüeña, pero no hemos de olvidar que, aunque respetado, está en una Corte hostil a sus pretensiones. Ello no empece para que advirtamos lo mucho que de verdadero hay en apreciaciones tan puestas en buen juicio como éstas:
Los hombres de esta nación son de carácter sombrío y de aspecto adusto, de color moreno y baja estatura, son orgullosos y creen que ninguna nación puede compararse con la suya: cuando hablan ponderan mucho sus cosas y se esfuerzan en aparecer más de lo que son; agrádanle poco los forasteros, y son con ellos harto desabridos, donde el famoso mito de nuestra hospitalidad queda hecho añicos, aunque no sucede lo mismo con la aberrante megalomanía que ahora sufrimos centuplicada en la autonomía catalana.
         La pobreza es grande, y en mi juicio no tanto proviene de la calidad del país cuanto de la índole natural de sus habitantes, opuestos al trabajo, que ha sido, una de las grandes rémoras del país frente a los laboriosos países protestantes. Si bien añade, y tiene rasgo de obviedad que A pesar de que, como se ha dicho, esta nación sea en lo general pobre, los grandes, por lo que yo entiendo, viven espléndidamente y con gran lujo, que eso de las demagógicas castas no viene de ahora, claro está.
        Son muy pródigos en ceremonias y las hacen con muchas reverencias, con mucha humildad en palabras y cumplimientos (…) todos son señores suyos, todos pueden mandarles, pero son de índole ambigua y hay que fiar poco en sus ofertas. Nos puede el protocolo, la pompa y la solemnidad. Y si no échese la cuenta de “momentos históricos” que se llevan vividos en Cataluña en los dos últimos años…
           Matrimonio –nos dice de los ahora televisivos Fernando e Isabel– ha sido éste en verdad muy afortunado, por haberse reunido, además de tan grandes reinos, una señora muy distinguida con un príncipe prudentísimo, si bien luego nos hablará de la ludopatía de Fernando V de Aragón, que atemperó por respeto a la reina Isabel pero a la que se entregó, ya viudo, con notable frenesí. El mismo de quien nos dice Guicciardini que es iliterato pero muy urbano.
         Más hiriente para el intelector contemporáneo es el párrafo en que despotrica de los judíos, tan propio de su época y tan deleznable siempre: Agregábase a esto otra cosa repugnante y censurable, a saber: que todo el reino estaba lleno de judíos y de herejes, y la mayor parte de los pueblos estaban manchados con esta infección y se encontraban en sus manos todos los cargos y heredamientos principales del reino, con tanto poder y en tan gran numero que se observaba sin gran trabajo “que en pocos años la España entera habría abandonado la fe católica”. De ahí que loe la creación de la Inquisición, de la Hermandad, porque esta activa persecución, juntamente con la severidad del castigo ha dado la mayor seguridad a los caminos, excepto algunos parajes que por su especial situación es casi imposible tenerlos completamente limpios de criminales. Por otro lado sorprende que ponga de relieve el enorme número de moros que habita en el reino de Aragón en donde habitan muchísimos moros usando sus mezquitas y ceremonias religiosas, habiéndoles tolerado por muy largo tiempo aquellos reyes, porque pagan impuestos considerables, lo que nos lleva a la confirmación de que hasta con los impuestos choca la Inquisición.    
         Sus Ricordi, una obra de vejez, pero construida a lo largo de su vasta experiencia como estadista, embajador, historiador y maquinador en la sombra, fue publicada en 1576 con el título inicial de Avvertimenti –Advertencias, o Avisos, que debería ser su correspondencia en español, a juzgar por los muchos de ellos que se publican en los siglos XVI y XVII– casi cuarenta años después de su muerte y, desde entonces, su reconocimiento ha ido en aumento, aunque haya sido ensombrecida, su obra, por la imponente de Maquiavelo. Sus Ricordi son el primer libro de aforismos europeo concebidos en la línea autobiográfica y teórica de lo que, con Montaigne, conocemos como un género nuevo, el ensayo, que ha llegado hasta nuestros días con insólita pujanza, solo comparable a la de la propia aforística,  y de todos es conocida la relación estrecha entre ensayo y aforismo, como lo demuestra la magna obra de Montaigne, un inmenso vadémecum de ellos .Estos aforismos nos presentan una perspectiva ética que choca con Maquiavelo en un aspecto metodológico. Mientras Maquiavelo pretende elaborar una teoría aplicable urbi et orbi, Guicciardini se ciñe al empirismo más radical. È grande errore parlare delle cose del mondo indistintamente e assolutamente e, per dire così, per regola; perché quasi tutte hanno distinzione e eccezione per la varietà delle circunstanze, le quali no si possono fermare con una medesima misura; e queste distinzione e eccecione non si trovano scritte in su libri, ma bisogna le insegni la discrezione.  Bien podríamos decir que, a su manera, lo que enfrenta a ambos es su postura frente a la justificación o no de los medios para conseguir los fines. Con todo, la visión poco amable Non è bene vendicarsi nome di essere sospettosso, di essere sfiducciato; nondimeno l’uomo è tanto fallace, tanto insidioso, procede con tante arte si indirette, si profonde, è tanto cupido dello interesse suo, tanto poco respetitivo a quello di altri che non sì può errare a credere poco, a fidarsi poco  y nada esperanzada que tiene Guicciardini de la condición humana, con un sí sabemos qué de medieval, nos lo vuelve un escritor cercano a nosotros en muchos aspectos, por esa suerte de realismo escéptico con que casi nos es obligado considerar estos tiempos que (no) corren:  Quando io considero a quanti accidenti e pericoli di infirmità, di caso, di violenza, e in modi infiniti, è sottoposta la vita dell’uomo, quante cose bisogna concorrino nello anno a volere che la ricolta sia buona, non è cosa di che io mi maravigli più che vedere uno uomo vecchio, uno anno fertile.
 Con todo, es de gradecer su inclinación hacia la observación y el reconocimiento de lo real como regla máxima de conducta, eludiendo las construcciones teóricas, religiosas o filosóficas, para intentar entender la realidad:   Tutto quelle che è stato per il passato e è al presente, sarà ancora in futuro; ma si mutano e nomi e le superficie della cose in modo, che chi non ha buono occhio non le riconosce, né sa pigliare regola o fare giudicio per mezzo di quella osservazione. A su parecer, escrutar el destino en lo invisible sólo sirve para ejercitar el ingenio, no para buscar la verdad: E filosofi e e teologi e tutti gli altri che scrutano le cose sopra natura o che non si veggono, dicono mille pazzie: perché in effetto gli uomini sono al buio delle cose, e questa indagazione ha servito e serve più a essercitare gli ingegni che a trovare la verità.
        Hay un concepto  capital, la discreción, para entender el concepto del hombre del Humanismo, del Renacimiento y aun del Barroco: Discreto lo quiere Guicciardini,  Discreto lo quiere Pietro Bembo en El cortesano y Discreto lo quiere Gracián en su obra con el mismo nombre El Discreto. Parte fundamental de esa discreción es la aceptación del propio destino: Né e pazzi né e savî non possono finalmente resistere a quello che ha a essere: per io non lessi mai cosa che mi paressi meglio detta che quella che disse colui: “Ducunt volentes fata, nolentes trahunt”. [ Se refiere al conocido aforismo de Séneca: Fata volentemen ducunt, nolentem trahunt: El destino conduce al que se somete y arrastra al que se resiste.] 
          Lo atractivo de estos Ricordi de Guicciardini es que, como en todo lo humano, advertimos ciertas contradicciones propias de lo verdaderamente vivo y, por ello, complejo. Hay puntos básicos, como la pertenencia del autor a las clases dirigentes y la visión consiguiente del pueblo como un laberinto de confusiones Chi disse uno popolo disse veramente uno animale pazzo, pieno di mille errori, di mille confusione, sanza gusto, sanza deletto, sanza stabilità,  y en cuya opinión, por consiguiente, no se puede confiar:  Le inclinazione e deliberazione d’ populi sono tanto fallace e menate più spesso del caso che dalla ragione, che chi regola el traino del vivere suo non in altro che in sulla speranza d’avere a essere grande col popolo, ha poco giudicio, perché a apporsi è più ventura che senno , o la necesidad de hacer una política expeditiva: actuar, aun a riesgo de equivocarse, es siempre  mejor que la lamentable pasividad: Diceva messer Antonio da Venafra, e diceva bene: “Metti sei o otto saviî insieme, diventano tanti pazzi”; perché, non si accordando, mettono le caso più presto in disputa che in resoluzione .
Por cierto, en La forza del destino, de Verdi, un monje que da de comer la sopa boba, el bodrio, a los pobres, llamaba ricordi a esas sobras del rancho. Ignoro hasta qué punto cabe una interpretación del título de Guicciardini que relacione ambas acepciones, pero no deja de ser llamativa la coincidencia entre ambas, porque desde su encumbrada posición, no pareciera sino que Guicciardini nos hace gracia de ellos para alimento de nuestras almas…

Negli uomini può ordinariamente molto più la speranza che el timore; però fácilmente non temono di quello che doverrebbono temeré, e sperani quello che non doverrebbono sperare.

Non è la piú labile cosa che la memoria de’ benefici ricevuti.

Lo affermare o negare gagliardamente mette spesso a partito el cervello di chi ti ode.

Non e uomo sì savio che non pigli qualche volta degli errori. Ma la buona sorte degli uomini consiste in questo: abattersi a pigliargli minori o in chose che non importino molto.

La buona fortuna degli uomini è spesso el maggiore inimicco che abbiamo, perchè gli fa diventare spesso cattivi, leggieri, insolenti. Per è maggiore paragone di uno uomo el ressistere a questa che alle avversità.

Finalmente, Guicciardini hace un elogio el aforismo como género que, a diferencia de las obras largas, permite una mejor asimilación del contenido:
“Poco e buono”, dice el proverbio. È impossibile che chi dice o scrive molte cose non vi metta di molta borra; ma le poche possono essere tutte bene digeste e stringate. Per sarebbe forse stato meglio scerre di questi ricordi uno fiore che accumulare tanta materia.



*Todas las citas están tomadas de Guicciardini, Francesco, Ricordi. Ed. Einaudi, 1994

**Guicciardini, Francesco (1530). Consideraciones en torno a los Discursos de Maquiavelo sobre la primera década de Tito Livio.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Digamos que propongo una lectura creativa (y alguna escapada a wordreference en caso extremo, claro..., no vayamos a traducir oxidado por "orinato", en vez de por arrugginito -que supongo que tendrá que ver con nuestro ferruginoso-.) Lo que sucede es que su pensamiento es tan claro que lo difícil es no entenderlo, porque la defensa de la discreción, del discreto de Gracián, llega enseguida. Tomemos, por ejemplo, un lugar común de la aforística cioranesca, el descrédito de la persona: "l’uomo è tanto fallace, tanto insidioso, procede con tante arte si indirette, si profonde, è tanto cupido dello interesse suo, tanto poco respetitivo a quello di altri che non sì può errare a credere poco, a fidarsi poco" ¡Nos está hablando en puro castellano! Digamos que con esta última entrada en el Diario he querido ser consecuente con la dedicada a Perucho, para que se vea que no era una cuestión "interterritorial" hispánica, sino universal. Algo trujamanes nos cumple ser, ¿no te parece

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